Texto por: Andrés F. Motato
Fotos por: Giovanny L. Gálvez, Juan David Rivera, Juan José Peñaranda, Tatiana Jácome y Valeria Cipriano
Rock, pogos, melenas, metaleros, punkeros, rastafaris, guitarrazos, baquetas, tarima, bajos retumbando, manos arriba, saltos, amistad, mosh, amplificadores, humo, luces, tatuajes, camisetas negras, parches, sudor, gritos, wall of death, cuerdas tensas, adrenalina y, finalmente… flash. Son 29 términos que también representan los 29 años que suman entre el Festival Grita y la Revista Alternativa. Una dupla inseparable que hoy narra la historia de la contracultura de Manizales desde dos trincheras: el escenario y el periodismo.
En el Festival Grita 2024, esos lentes volvieron a hacer magia. La cámara fue la extensión de los sentidos de quienes, más allá del ruido y las multitudes, buscaban el momento perfecto para inmortalizar. Mientras el público vivía el Festival, los fotógrafos de Alternativa lo percibían desde otra perspectiva, en el lado opuesto del escenario, detrás de las luces y bajo la sombra del dragón de madera que dio nombre a esta edición. Cada imagen capturada es una historia que grita desde el silencio de quien toma la foto, una crónica del rugir de un festival que abrazamos para que siga resonando por años.
Recordamos el nacimiento de Revista Alternativa en una de las versiones que inmortalizó el Grita, la del 2012, un año que marcó un antes y un después en la historia del Festival. Hoy, 12 años después, seguimos siendo la voz que narra la evolución cultural de la ciudad, acompañando con una visión que no solo retumba con la música, sino la realidad de un público que se transforma con cada acorde. Nuestro equipo, siempre en la línea de fuego, captura más que imágenes: registran el rostro de una ciudad que nunca deja de gritar.
Cada foto que ahora verán es una memoria del dragón. Un testimonio visual de lo que fue, con la ilusión de lo que será. Los fotógrafos de Alternativa son más que observadores; son cronistas gráficos, capaces de detener el tiempo en un clic, para que las futuras generaciones puedan ver y sentir lo que significa estar en el Grita. Cada foto cuenta una historia, y cada historia resuena con la fuerza del Festival que ha sido parte de muchas vidas durante más de una década.
Giovanny Gálvez: La pasión de vivir la fotografía
Han pasado 9 años desde que decidí vivir mi sueño diariamente a través de la fotografía, un espacio donde puedo ser auténtico y conectar con mi verdadero ser. Con el apoyo de personas adecuadas, he crecido y forjado mi carrera capturando momentos en el Grita y creando imágenes para Alternativa. Cubrir el Grita se ha vuelto una tradición, un regreso anual a casa donde encuentro plenitud y una profunda pasión en cada disparo, reflejando no solo el ambiente a mi alrededor, sino también la felicidad de dedicarme a lo que amo.
“Mr. Furtivo por vocación” es el nombre que define mi esencia como fotógrafo, una identidad que abraza mi manera de vivir y sentir la fotografía en cada imagen que capturo.
Juan David Rivera: La fotografía como reencuentro
Este año, en el Grita Rock, volví a la esencia de la fotografía de conciertos, enfocándome en captar la luz, los gestos de los músicos y la energía de la música en composiciones sencillas, con el protagonista centrado y el horizonte torcido para generar tensión en el espectador. Me adentré en los detalles del público, buscando en cada imagen la cercanía de los pogos, mientras utilizaba una cámara «piñatera» para capturar instantes espontáneos entre las bandas y los asistentes, explorando también una técnica de “lupa” para emular el efecto de un gran angular.
En ediciones anteriores, probé con barridos de luz para congelar la energía del mosh y una teatralidad visual que hacía destacar al protagonista sobre un fondo oscuro. Este año, sin embargo, mi búsqueda giró hacia una estética de siluetas, dejando que las sombras contaran la historia en el escenario, capturando en cada toma la fuerza visual del Festival y sus momentos más icónicos.
Juan José Peñaranda: Un sueño hecho realidad en el Grita
Durante años, me las arreglé para entrar al Grita con mi equipo fotográfico, sin acreditación, para capturar a las bandas desde el anonimato y en el ángulo perfecto. No fue fácil, pero siempre encontraba la manera de estar en el lugar indicado, pasando desapercibido y buscando la toma que diera sentido a mi esfuerzo. Este año, sin embargo, todo cambió: cubrir el Festival Grita 2024 como parte del equipo de Revista Alternativa ha sido un sueño hecho realidad. Conociendo la revista desde hace más de ocho años y admirando su línea editorial y sus valores, alcanzar esta meta ha sido una de las experiencias más significativas de mi vida.
Trabajar con Alternativa es mucho más que una acreditación o unas cuantas fotografías de bandas. Aquí, he encontrado un espacio donde me siento respaldado y comprendido, un equipo que, más allá de ser un medio alternativo, se ha convertido en mi familia. Compartimos una pasión por la música, el arte y la cultura, y una visión del mundo que nos une. Alternativa me ha dado una razón profunda para seguir adelante, un propósito que trasciende lo profesional y se ha convertido en el motor que impulsa cada uno de mis días.
Tatiana Guerrero Jácome: Mi primiparada en el Grita Rock
Desde que llegué a vivir a Manizales, he asistido a tres ediciones del Festival Grita Rock. La más reciente fue este año, y tuve la oportunidad de participar como periodista y reportera. Aunque no estaba en mis planes, también tomé el rol de fotógrafa, algo en lo que no tengo mucha experiencia. Siempre he sentido que no tengo el mismo talento que mis colegas para capturar esos momentos clave en los eventos.
A pesar de ello, decidí intentarlo, con la intención de ver cómo me iba en este nuevo reto. En lugar de centrarme en los músicos sobre el escenario, opté por fotografiar al público y los intensos pogos que se formaban. Fue una experiencia desafiante, llena de errores de principiante, pero lo más importante es que me enfrenté a ese miedo que siempre me acompaña cuando salgo de mi zona de confort en la fotografía.
Valeria Cipriano: Conexión mística y retratos del festival
Siempre he sentido una conexión profunda e íntima con la música, algo que he guardado como propio. Sin embargo, en el Grita, al ver los rostros de felicidad y éxtasis de los asistentes, entendí que esa conexión mística es compartida. Este año, mi reto fue capturar esas expresiones desde el lente, un trabajo que exige más que técnica: dedicación, observación y una conexión cercana con quienes, con generosidad, se ofrecían a estar frente a mi cámara.
Durante tres días, volví a conectar no solo con la música, sino también con la gente, compartiendo un propósito común sin importar la banda favorita de cada uno. Me llevo la alegría de ver que estos espacios, donde siempre nos hemos sentido como los «raritos» de esta sociedad, siguen permitiéndonos expresarnos sin peros ni explicaciones.
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