Texto por: Rafael Santander Arias
Esta es una reflexión muy personal desde mi experiencia que quiero dedicar a todos esos periodistas de oficio que he conocido a lo largo de años, a tantos amigos y especialmente a mis amigas comunicadoras. Espero que estas palabras resuenen con ustedes.
Imagen realizada con IA
Yo no busqué ser periodista, el oficio me encontró en medio de la pandemia. Durante la crisis de aburrimiento masivo del 2020 empecé a escribir reseñas y comentarios de películas con el objetivo de recomendarle que ver a algunas personas cercanas.
Analizar, interpretar y comunicar, habilidades que llevo ejercitando desde la adolescencia; utilizar la pluma para juzgar, determinar lo bueno y lo malo; contribuir a la formación de públicos con el objetivo de mejorar la calidad de los productos culturales de la ciudad y de los eventos a los que asistirían unos espectadores más exigentes. Todas estas ideas han guiado mi labor, las he considerado nobles y apropiadas, pero ahora, escribiendo sobre la relevancia del periodismo para la cultura, las siento irrelevantes.
Esto no se trata de mí, de mis habilidades, formación o propósito. De eso no se trata el periodismo cultural. Incluso hay deseos ocultos y pretensiones egoístas tras las más nobles intenciones. Este oficio tiene que ver menos con lo que somos nosotros los individuos y mucho más con lo que entregamos, con cómo podemos beneficiar a una comunidad.
Escribir no es un oficio solitario, resulta del diálogo, de la interacción con el mundo, de compartir con los demás. Siempre somos varios los que escribimos: los personajes con su discurso, mi editora con sus correcciones, los fotógrafos con sus imágenes, incluso quien hace la selección de las fotografías y las intercala con el texto contribuye a la escritura también.
Que el lugar sea común no quiere decir que sea inhabitable: nos debemos a ustedes. Ustedes, lectores, le dan sentido a nuestro trabajo porque cada que nos leen le dan vida a lo que sin unos ojos y una mente humana serían apenas unos símbolos inertes proyectados sobre una superficie digital.
Del mismo modo son importantes quienes están en el lado opuesto: las personas, los productos, los eventos, los lugares. Sin ustedes no habría noticia, ni artículo, ni perfil ni reseña.
Somos eso que conecta ambos mundos, somos un medio. Quienes importan sin ustedes.
Importan son los actores culturales, quienes contra todo pronóstico y prejuicio social se han atrevido a materializar sus sueños, a ser diferentes, a actuar diferente y con esto han inspirado comunidades. Inspira esa voluntad que se sobrepone a las excusas de siempre: el poco apoyo de las entidades públicas, la abulia general de la población, esa resignación que confundimos con bienestar y que nos lleva al estancamiento.
Ustedes nos motivan a salir, a reunirnos, a hablar a través de sus proyectos creativos, emprendimientos desafiantes y propuestas atrevidas realizados en una ciudad que lo necesita, que no puede pedir a gritos, censurada por los vigilantes de la buena consciencia, los centinelas del mejor vividero, los regidores de la tierra donde no pasa nada.
Quienes importan sin ustedes, nuestro trabajo consiste en mostrarlo, que en medio del ruido podamos conocernos y reconocernos.
Este día del periodista quiero aprovechar para felicitar a mis compañeros de la revista por su dedicación y amor al oficio, y también agradezco a quienes hacen posible nuestro trabajo, quienes se atreven y se exponen al juicio y comentario públicos.
Acá seguiremos junto con ustedes construyendo comunidad, tejiendo redes, formando enjambre.
Feliz día del Periodista a todos mis colegas y a la gente Gente Alternativa, infinitas gracias.