Texto por: Stefanny Gutiérrez Duque.
Fotografías por: Andrés C. Valencia.
«Para mí, en la medida en que yo recupero mi paladar, activo mi memoria».
En Riosucio, Caldas, las montañas cobijan una comunidad cuya gastronomía es el legado que se intenta recordar trasmitiendo los saberes de generación en generación. Para Luz Mary Bartolo, custodia de semillas de la Comunidad El Claret en el Resguardo Indígena Escopetera y Pirsa, la memoria se encuentra conectada con el paladar y se activa y recupera a través de los sabores ancestrales. Ella aprendió de su madre todas las recetas y las historias detrás de lo que cocinaban, pero, a su vez, su mamá aprendió de su abuela y así sucesivamente por generaciones.
«La memoria ancestral es lo que permanece aquí con todos los olores, colores y sabores».
Este gran territorio indígena abarca 27 comunidades, de las cuales 17 se encuentran en el departamento de Caldas. Hacia la región de Riosucio, se cultivan productos mucho más variados, entre los que se encuentran distintas variedades de café, plátano, yuca, banano, guineo, cominos, etc. Este territorio goza de una gran producción agrícola y, así mismo, pecuaria, como afirma Luz Mary «recuperamos aquí una cosa que era de uso tradicional en nuestros mayores: las gallinas criollas y los patos».
Soberanía alimentaria
La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a decidir la forma y el origen de su alimentación. Para Luz Mary, esto forma parte de su práctica alimentaria, abarcando desde los tipos de alimentos, hasta la preparación y consumo de los mismos.
«Desde la forma en la que yo soy capaz de producir lo que me voy a comer, lo pueda cultivar desde mi propio espacio, desde mi propio terreno, mi propio territorio, mi propia casa y mi propia cocina».
Es por esta razón que ella al igual que su comunidad se ha comprometido con la producción alimentaria de su pueblo, formándose como custodios de semillas y resguardando la riqueza infinita de su tierra ancestral.
«Lo hacemos por convicción. Nosotros conservamos las semillas porque en la medida en que lo hacemos conservamos la memoria, la tradición oral, conservamos los usos y las costumbres de nuestro pueblo indígena».
Luz Mary inició sola como custodia de semillas en esta comunidad. Después de años de cultivar y en los que se fueron sumando personas a esta causa, surgió una inquietud: «¿Para quién cultivamos esto?». Esta inquietud sobre una finalidad más profunda de sus alimentos, les llevó a la propuesta de hacer comida tradicional con los productos que ellos mismos producen.
Así, se vinculan las familias de los mismos custodios de semillas. Jóvenes y adultos asisten a la cocina tradicional y se encuentran en constante contacto con la historia de su gastronomía, conservando ese legado gastronómico que se trasmite a través de la palabra y el paladar. «Para nosotros ese momento es totalmente sagrado, porque nosotros estamos cocinando, estamos hablando y estamos contando la historia de esa comida, de dónde surgió, qué hacíamos, cómo era, quién nos ayudaba, quién nos enseñaba».
«Esto hace que se dé continuidad, no solamente a la tradición oral, sino al uso y a la costumbre de nuestro pueblo».
Así mismo, su objetivo es velar por su autonomía alimentaria como pueblo indígena: «si nosotros dejamos que eso desaparezca, si no recuperamos nuestras propias semillas también vamos a perder nuestra autonomía alimentaria», afirma Luz Mary. De esta forma hacen resistencia a la necesidad de depender de multinacionales y semillas alteradas genéticamente que acabaría con la abundancia agrícola de estas tierras.