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El grito visceral de un artista: la creación como manifiesto de libertad

Texto por: Valeria Cipriano

Fotos cortesía Xikix Zue

Xikix Zue no solo es un cuerpo, es un alma rebelde y multidisciplinar que habita el arte, desafía lo convencional y abraza la visceralidad como forma de resistencia. Diseñador de modas, artista y escritor que, a través de sus laboratorios creativos —Xikix y Zue—, ha logrado tejer un universo donde la creación es un acto mismo de ir en contra de la hegemonía. 

Su inquietud artística se remonta a su infancia, donde la necesidad de explorar el mundo y el querer encontrar diversas formas de amplificar su voz, hicieron de él lo que es hoy. “Creo que mi laboratorio es mi expresión y lo que siempre he buscado para que no me ganen mis murmullos, es hacer eco a través de todo lo que hago”, confiesa. La creación de estos espacios se dio de una manera muy orgánica, ya que es una extensión de toda esa exploración personal que lentamente atrajo a quienes querían no solo portar sus piezas, sino también su visión. 

Esta aventura ha consistido en estar constantemente experimentando, desde cursos de arte y diseño en la Universidad Autónoma, hasta la profundización de saberes empresariales, un conocimiento que ha sabido entrelazar con su vena creativa. 

Xikix, fundado en 2020, explora el vestuario como pieza artística. Las piezas transitan desde la mente a la escultura, la joyería artesanal en minerales naturales y el vestuario. Aquí nacen vestidos de novia, gala y atuendos para ocasiones especiales, siempre bajo el sello de un diseño propio.

Hace año y medio nació Zue, un espacio concebido para «interceptar muchos cuerpos, como también hacer historias que hechicen y que muchas personas puedan acceder, conectarse y portar». Para el artista, cada pieza de Zue es más que un objeto, es un fragmento de un discurso, una narrativa que se cuenta a través de la colección. “En mis marcas no hay miedo, no hay temor porque es lo que quiero decir y lo que se quiere hablar”, expresa.

Por esto mismo, el arte textil se ha convertido en un manifiesto corporal, donde la reivindicación de estas manifestaciones artísticas prevalecen sobre cualquier tipo de interacción dada en las redes sociales. Para Xikix no se trata sólo de exhibir indumentaria, sino de comunicar a través de la voz y de las palabras, de permitir la manifestación del cuerpo a través de una narrativa.

Así como él, su obra navega por sentires sin acogerse a un estilo que le encasille en un mundo donde, aún en el siglo XXI, no se concibe la idea de más de dos sexos. Las faldas, las blusas de encaje y las transparencias siguen siendo prendas disruptivas a la mirada cotidiana de una ciudad con alma de pueblo. 

Su arte es su cuna, su regazo, el vientre materno que lo salva y lo rescata, pero también lo deprime. Es la expresión más sincera de su cuerpo y alma, una creación que no teme mostrar la crudeza, la sangre, el dolor. “Es una expresión muy espontánea. La verdad esa es la forma de crear en mí y la y la de sentir de este estado corporal actual”, explica sobre la visceralidad que permea sus piezas.

Para el artista, lo visceral es “cuando veo mis entrañas y me desgarro, como que cojo mis escombros y abro todo y digo ‘de malas porque voy al centro’”. Es decir, ir al centro del dolor, a la realidad de un cuerpo que duele en un ecosistema a veces trágico. La visceralidad es la ausencia de miedo a sentir, a expresar lo que existe, incluso si a otros les produce temor o incomodidad. Su arte, además, es un reflejo de su estado de ánimo, de sus picos emocionales, que se traducen en manchas, colores o elegancia, dependiendo de su sentir.

El temor, una constante en la vida, adquiere una dimensión particular para las disidencias sexuales y de género. El artista celebra su propia libertad, forjada en una niñez donde la diferencia fue respetada y apoyada. Aunque reconoce haber vivido situaciones incómodas e incluso violentas, destaca que no fueron frecuentes, lo que le permitió “cada vez ser lo que a mí se me da la gana”. Su arte, desde pequeño, fue un escudo, una justificación para su expresión.

La escritura y el dibujo son sus primeros recuerdos creativos, una forma de expresión que ha cultivado desde la infancia, y que, aunque enriquecida por la academia, conserva una espontaneidad innata. La moda, en cambio, llegó como una vía para expresarse a través de la indumentaria, una experimentación constante con su propio cuerpo desde muy pequeño.

La defensa del cuerpo, especialmente en una ciudad que el artista describe como “misógina y coja”, es un pilar fundamental de su propuesta. Para él, la lucha no es sólo individual, sino una revolución encaminada a liberar a otros, a abrir espacios más seguros y a demostrar que “todos cabemos en la mesa y si no hay espacio para mí, pues yo me lo hago”. Es un homenaje a los ancestros, a quienes allanaron el camino para la libertad actual.

Aunque sus creaciones resuenan en otros, generando una conexión profunda, el artista prefiere verse como una expresión de sí mismo, no como la voz de otros. “Me encanta que otros me intercepten, que sientan cariño o hasta pudor”, dice. Su libertad radica en hablar por sí mismo, sabiendo que en esa autenticidad, otros pueden sentirse representados.

Xikix Zue desea continuar revolucionando desde la esencia de su ser, del constantemente estar experimentando con su propio cuerpo y su propia alma para superar paradigmas del arte actual. Sus laboratorios son un hechizo que permiten que sus piezas sigan generando discursos y experiencias únicas en quienes las portan.

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