Texto por: Rafael Santander Arias
Fotos por Valeria Cipriano, Andres C. Valencia y Juan Jose Peñaranda
Una nube densa y oscura amenazaba con regarse sobre la multitud la tarde entera. La luz solar que se colaba por entre las nubes nos devolvía a través de un reflejo opaco el colorido de los atuendos, los abanicos y las banderas. 2:00 p.m. en El Cable, estos fueron el lugar y la hora del llamado. Un grupo reducido de personas se encontraba reunido en la avenida Santander, frente al edificio Cervantes, marchando firme bajo la lluvia en ciernes.
Encabezada por Shaira, vocera de Las Guapas y representante de la comunidad trans de la ciudad, vistiendo una falda con los colores del arcoíris de la bandera del orgullo y un top con el azul celeste, rosa y blanco de la bandera transgénero, la marcha se fue nutriendo a medida que avanzaba. El viento despejó las nubes, el cielo le abrió a camino a la multitud y unas cuadras después, al pasar frente al edificio Panorama, grandes haces resplandecientes con sus brillos dorados calentaron el ambiente y le dieron un nuevo brillo a los colores de ese arcoiris en las espaldas, en los rostros, las pañoletas, abanicos, las frentes y las manos de una masa que venía creciendo.
Lo que inició en una tarde fría y gris con una asistencia considerable pero reducida, iba cobrando calidez, color y fuerza con el recorrido metro a metro de la avenida Santander hasta alcanzar su punto de ebullición previo al lugar de llegada, el parque Ernesto Gutiérrez. El parque y el teatro Fundadores se llenaron de asistentes: espectadores, chismosos, simpatizantes y uno que otro disidente; grupos familiares, niños y niñas con carteles expresando el apoyo a la comunidad LGBTIQ+ recibieron con calidez al multitudinario grupo que avanzaba lentamente en medio de la música y la danza.
La comunidad entera se tomó el parque Ernesto Gutiérrez. En medio del ambiente festivo, de este espacio seguro de reunión y convivencia en el que la emoción se podía respirar en el aire, todas las personas de la marcha estaban expectantes, a la espera del plantón artístico en el que integrantes de la comunidad compartirían algunas muestras de su trabajo, enfocado especialmente en música y danza. Pero para sorpresa nuestra y de la multitud, el escenario estaba vacío y permaneció vacío.
La incomodidad generalizada que se sentía en el lugar se fue diluyendo. Participantes que después de horas de marcha se retiraban con hambre y cansancio, aprovechando la oferta de los centros comerciales cercanos; grupos de jóvenes que aprovechaban la reunión para ponerse de acuerdo en cómo celebrarían la fiesta de esa noche y personas mayores agotadas, con ganas de irse a su casa, fueron disolviendo la densidad de la concentración en el parque.
Este escenario vacío, además del mal sabor, deja preguntas sin resolver sobre la logística y los apoyos que recibió el evento. ¿Quién responde ante esta ausencia?
Una marcha que evoluciona

“Antes nos tiraban piedras, ahora nos piden fotos”, son las palabras con las que Shaira, alegre, expresó su emoción al final de la marcha. Tras estas palabras está presente la perspectiva de una pionera del movimiento LGBTIQ+ de Manizales, quien ha pasado de ver la incomodidad y el desprecio general de la ciudadanía a ver esta aceptación de las nuevas generaciones que también influyen sobre la gente mayor y que ha sido posible gracias a muchos años de trabajo visibilizando su comunidad y su trabajo.
Entre la comunidad que marchaba, otro personaje veterano, Juan Calderón habla de cómo a lo largo de toda su vida tuvo que esconder su orientación sexual en todos los aspectos de su vida hasta que se pensionó y a partir de ahí decidió “salir a la luz”. Como persona que reconoce la lucha a lo largo de años de las personas de la comunidad, apoya desfiles de la región y considera que su presencia es una forma de acompañamiento y apoyo a todas las personas que son señaladas por sus preferencias.

En relación con estos grupos de personas mayores que han vivido la lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+, especialmente la población trans, Diva. De la fundación Diva Años Dorados nos dijo “El orgullo también envejece. Esta marcha es recorrido y es resistencia. Marcho por una vejez digna para todas nosotras que no nos pudimos pensionar. Por nuestras preferencias nos echaban de la casa y solo podíamos trabajar de putas o peluqueras”. Si bien Diva en su testimonio habló de los espacios que se han conseguido a lo largo de los años, pues afirma que una marcha de estas en la década de los ochentas hubiera sido imposible en Manizales, también deja claro que la aceptación social de la comunidad va más allá de un simple “dejar vivir” o, en otras palabras, nos recuerda que “dejar vivir” implica también permitir el acceso a condiciones de vida dignas y oportunidades para el desarrollo personal como lo son salud, educación y trabajo.
Algunas inquietudes sobre la marcha
La comunidad LGBTIQ+ de Manizales es una comunidad que demuestra que puede tomarse la calle. Esta marcha no es solo importante para visibilizarse en la ciudad, también lo es para muchos integrantes individuales de la comunidad que pueden sentir que están en un espacio seguro en medio de toda este gente que comparte su causa donde pueden ser, vestirse y actuar como quieren sin sentir que su vida o su integridad corre peligro.
Esto no es una celebración, es un acto de protesta, son nuestras voces que enlazan a la vida, que se crispan para exigir nuestra supervivencia. Seguimos siendo focos de violencia, nos siguen asesinando, nuestras luchas y nuestra cultura son año a año secuestradas y exhibidas como trofeos de una marca o un gobierno de turno. Es hora de marchar.
Con estas palabras la Mesa Diversa de Manizales invitó a la comunidad a marchar, haciendo hincapié en la importancia de la vida de cada integrante de la comunidad y este año específicamente por la población trans debido a los transfeminicidios que han ocurrido en el país a lo largo de este año, como explicaron los voceros de la Mesa en este artículo.
Aún así, algunas mujeres trans integrantes de la marcha como Mariana y Stefi, visitantes de Herveo y Manzanares respectivamente hablaron de la inseguridad que sentían ante la ausencia de representantes de la fuerza pública y del poco personal de atención a primeros auxilios que vieron entre la multitud.
Asimismo, Camille Altaria en entrevista con nosotros mencionó que no veía en la marcha ninguna conmemoración de las mujeres trans asesinadas en lo que corre del año. “En Manizales hace falta que se tome en serio el tema de los derechos de la población trans”, sentenció.
Dos marchas se vivieron el día 5 de julio de 2025 en Manizales en la tarde. Bajo el mismo nombre y en el mismo espacio, la avenida Santander fue el escenario de este evento doble que para cualquier peatón poco o mal informado habrá hecho parte de lo mismo. Un grupo salió a celebrar y a festejar, otro grupo salió a conmemorar y a exigir unos derechos. En medio del furor, después de la concentración y antes de que se disuelvan los humos de la marcha consideramos importante hablar de esta oportunidad que sale a relucir, una juventud llena de energía, anhelos y vigor que podrá convertirse en protagonista política en los años próximos.

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