11 mujeres y un hombre rescatan ritmos como la cumbia, el bullerengue y el afro por medio de su canto, sus maracas y tamboras.
Hace dos años Juan Manuel Ocampo Patiño decidió iniciar una investigación sobre los ritmos del folclor nacional, viajó a la costa y tras conocer la Red de Tamboreras de Barranquilla se planteó el interrogante del papel de la mujer andina en la música.
Fue así como comenzó a enseñar sobre el folclor colombiano y diversos ritmos a un grupo de mujeres conformado por Isabel Ramírez, Diana Delgado, Juliana Zuluaga, Alejandra Ocampo, Alejandra Zuluaga, Jessica Paola Quintero, Juliana Marín, Laura, Pérez, Alejandra Castrillón, Sofía Salazar y Maria José Gómez.
Por medio de su canto, sus maracas, tambores alegres y tamboras recrean ritmos como cumbia, bullerengue, chalupa, tambora, mapalé, afros, porros, pasillos, bambucos, currulaos y agua-bajos.
Juan Manuel, creador y director de la agrupación cuenta: “Manizales es una ciudad donde nos hablan mucho de la tradición, entonces está la necesidad de que la gente conozca el folclor colombiano y se puedan crear espacios donde se pueda disfrutar de los tambores”.
Según Isabel Ramírez, su experiencia en el grupo ha sido un proceso de adquirir conocimientos ancestrales. “Creo que estamos haciendo algo importante porque hacer folclor desde el interior no es fácil, pues no estamos en las regiones que estamos abarcando. El hecho de que estos conocimientos lleguen hasta acá ha sido el aporte más importante para mí”.
Agrega que todo ha sido un aprendizaje en el que ha logrado conocer instrumentos, tocar maracas al mismo tiempo que canta, y sus compañeras aprender a cantar mientras tocan la tambora o el tambor alegre.
El primer concierto las marcó y unió como grupo porque ellas llegaron a la escuela de Tambor Hembra sin saber nada de tambores y a los tres meses tuvieron el primer concierto en Confamiliares, por lo que el último mes ensayaron días enteros. Para algunas era la primera vez que se enfrentaban a un público.
La escuela Tambor Hembra
Además de ser una agrupación musical, este conjunto de mujeres y su director crearon una escuela de formación en ritmos tradicionales colombianos y en su folclor. Tambor Hembra es el grupo base de los conciertos que son las portadoras de los conocimientos y enseñan en la escuela. Según Juan Manuel, “uno aprende mucho dando clase porque tiene que conocer la historia para contextualizar y de ahí surge un sentimiento, todos los elementos importantes del contexto ayudan a comprender los ritmos”.
En la escuela hay tres grupos cada uno entre 7 y 10 personas, en las primeras clases se da un bosquejo de todo el folclor colombiano en diferentes regiones, y se enfocan en la región Caribe por cuestión de instrumentos, ya que los tambores que usan son comúnmente utilizados en esta localidad.
Jessica Quintero cuenta que llegó –como la mayoría de las mujeres que asisten a la escuela- sin ningún conocimiento sobre música o percusión, y ahora forma parte del grupo base de presentaciones en el tambor. “Conocía la cumbia y el mapalé, pero me limitaba mucho a escuchar cierto tipo de música, y después de estar en Tambor Hembra, conocí una infinidad de ritmos y comencé a tocarlos, así nueva música llega a nosotras”.
La reivindicación de la mujer en el folclor colombiano
Todas las mujeres que hacen parte de Tambor Hembra llegan a un punto en común al hablar del empoderamiento femenino que genera integrar este tejido, y es que sólo con verlas en el escenario se puede ser testigo de la fuerza de las voces de estas jóvenes, el círculo de energía que crean entre ellas y en el que cobijan al público en todos sus conciertos.
El papel de la mujer en el folclor colombiano, muchas veces relegado, se reivindica a través de la enseñanza por medio de mujeres a otras mujeres en la escuela; a través de la instrucción de los instrumentos, de desenvolverse en el grupo, en el escenario y tocar con toda la fuerza, como cuenta Isabel.
Juliana Zuluaga relata: “Para mí ha sido un proceso muy constructivo en lo personal, porque nunca es un ´yo´ sino un ´nosotras´, es un conjunto, un tejido de mujeres que a través de estos ritmos vuelven a su origen y su raíz, y sienten el latido de su corazón”. Menciona que cuando toca los tambores es como escuchar corazones, y que cuando está reunida con el grupo siente como si sus corazones se conectaran. Resalta la influencia de la energía femenina en su bienestar con el grupo.
Para el director, al principio fue complicado entenderse con el grupo porque «las mujeres se enfocan en cosas que los hombres no». Sin embargo, con el transcurso del tiempo el proceso fluyó, pasó de la investigación del folclor y tocar instrumentos, a abarcar temas como qué es la mujer, qué sucede con la mujer al tocar, y la relación de la mujer con el tambor, ya que este es un instrumento que conecta la naturaleza con su tronco, el cuero del animal y las manos de la persona que interpreta.