fuego en el aire (2)

Fuego en la montaña: el retorno de Fuego en el Aire y el renacer del reggae andino

En la ciudad de las montañas, una noche caribeña encendió los sentidos; Afro Caribbean Night una fiesta cálida al ritmo del reggae y los sonidos caribeños. En medio de beats jamaiquinos, humo ritual y espíritu colectivo, Fuego en el Aire regresó a escena con una propuesta representada más allá de la música: memoria, resistencia y  puente entre geografías, identidades y luchas. Vinilo Bar, ubicado en el sector El Cable de Manizales, fue el espacio testigo de este resurgir. 

Después de un largo silencio, Dean Sabir Fariratofe Evachiu —vocalista e impulsor del grupo— reaparece con una claridad renovada. Su propósito con el regreso de la banda es concreto: reactivar el sector cultural rastafari y profesionalizar el proyecto para vivir de la música sin perder la esencia. “Queremos volver a surgir y posicionarnos como la banda de reggae del Eje Cafetero”, afirma. En sus palabras se percibe no solo un deseo artístico, sino también una visión estratégica: convocatorias, festivales, consumo digital, nuevos públicos.

El retorno fue también un homenaje a una década de trayectoria. Durante el evento, la banda interpretó canciones inéditas, colaboró con otros artistas —como el cantante Danny Santy— y rindió tributo a referentes del reggae y la música popular. El público escuchó un setlist diverso que incluyó temas nuevos como “Mamá yo quiero cantarte”, “Yo soy un Rasta” y “Cuento aparte”, junto a canciones ya reconocidas como “El nativo”, “Nos quieren someter”, “El mar de la iguana” y “Montañas de café”. Además, realizaron versiones sentidas de “El pescador” (Totó la Momposina), “Sentimiento original” (Gondwana), “Cómo que no?” (Gustavo Peña / Manu Chao), y un mosaico tributo a Morodo.

El concierto también destacó por la presencia y apoyo de artistas, músicos y gestores culturales de Manizales, quienes celebraron el regreso de una de las bandas más representativas del reggae local. La cultura rastafari encontró calor en la montaña, con una comunidad viva que sigue tejiendo redes desde la música.

El retorno no es un acto aislado; en todo el país, se vive una especie de primavera del reggae: Alerta Kamarada lanzó nuevo álbum, Javier Alerta grabó en Sudáfrica, y desde Medellín, Pereira y Manizales suenan nombres como De Bruces a mí, Sátiva Reggae, La Pata Records, entre otros. La escena vuelve a latir, pero esta vez con conciencia de su papel histórico, político y cultural. “El reggae nunca va a dejar de ser político”, dice Dean. “Es una escuela popular, una expresión crítica que defiende la vida, la paz, el amor”.

Pero Fuego en el Aire busca ir más allá del reggae. Es un acto intercultural que nace del calor del sur del país y se siembra en el frío de la montaña del centro. Dean, indígena y músico nacido en el corazón del Amazonas, ha tejido una narrativa sonora que une la selva, el Caribe y la cordillera. “El fuego está en nuestra historia, en nuestros rituales, en nuestra conexión con los volcanes de Kumanday. Venimos de un territorio cálido, y aquí, en el frío, buscamos encender el calor interno. Eso también es música”.

Ese cruce de territorios no solo alimenta las letras y los ritmos, también nutre una filosofía. En Manizales, Dean ha encontrado refugio, aprendizaje, y sobre todo, la posibilidad de compartir una visión del mundo que entrelaza raíces ancestrales con nuevos lenguajes. Desde su tierra ha traído la semilla, pero desde Caldas ha aprendido la resiliencia positiva, no la sufrida, como él mismo aclara. “Aquí he tenido la posibilidad de narrarme, de expresarme, de intercambiar conocimientos. Manila —como le dice con cariño a Manizales— me recuerda el Amazonas de mi infancia”.

Fuego en el Aire ha tenido varias alineaciones a lo largo de su historia, y en esta nueva etapa, destaca el talento de Issy Torres, Juan David Delgado, Juan M. Rendón, Sergio Manrique, Alejandra Galvis, Sergio Valencia, David Santiago Díaz y Alexander Ramírez quienes aportan solidez musical a este renacimiento.

Fuego en el Aire no solo es música: es territorio, es tránsito, es mensaje. Y en una época donde los discursos tienden a polarizarse, esta banda propone un espacio común desde el ritmo, la letra y el encuentro. Su fuego arde en el aire, sí, pero también en la tierra, en la historia y en el porvenir.

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