Texto por: Tatiana Guerrero
Fotos: Tatiana Guerrero
El escritor manizaleño Víctor Galeano presentó hace unas semanas a su «segundo hijo», una obra a la que dio por nombre Caminos transitados. El también sociólogo, filósofo y autor recién publicado, ha navegado entre los extremos del circuito literario: desde eventos solemnes, cargados de protocolo y formalidad, hasta encuentros más relajados y bohemios, donde la literatura fluye entre cervezas y conversaciones sin oropeles ni pretensiones.
Uno de esos encuentros desenfadados ocurrió en Poemartes, un evento que, fiel a su nombre, se celebra los martes; ese día tímido de la semana, perdido entre la nostalgia del lunes y la promesa del viernes. En ese espacio íntimo y sosegado, Víctor desnudó las ideas detrás de su obra, en un diálogo cercano con lectores que prefieren la autenticidad al artificio.
Cada mes, el último martes se convierte en un esperado ritual: el Poemartes. Este evento, que ya celebra su primer año de existencia, ha encontrado su trinchera en el bar de rock 789, ubicado en la zona rosa de Manizales. Detrás de este espacio está Mauricio Franco Jaramillo, poeta y cuentista, quien tomó la idea inicial de Adriana Toro y la transformó en una cita cultural, que convoca a poetas, narradores, actores y curiosos en torno a la literatura, las ideas y las conversaciones abiertas.
“Yo suelo seguir muchas noticias de conspiración», relata Mauricio. «Una noche, conversando con mi gran amigo Felipe Díaz, le hablaba sobre connotaciones conspirativas. Alguien más escuchó y le pareció que narraba de una forma amena, que sería interesante ‘darme cuerda’ para contar historias. Entre bromas y comentarios serios, alguien dijo (Adriana): ‘¡Qué bueno que este hombre nos hiciera un programa!’. Y ahí nació la idea de Poemartes. Entre charla y casualidad, comenzó a cuajar»
La cultura conversa, no pontifica
Poemartes se presenta como una alternativa a los eventos culturales tradicionales y oficiales que suelen estar rodeados de un aire solemne y distante. En lugar de eso, apuesta por una atmósfera cercana y accesible, que descentralice la cultura de los espacios académicos, donde sin importar la experiencia literaria, las personas puedan opinar, preguntar y participar activamente.
«No se trata de juntar egos. Queremos que la gente que viene a entretenerse en la zona rosa pueda entrar, preguntar y conversar con los artistas. Esto me parece una forma valiosa de construir ciudad. Es una manera de que seamos protagonistas, y en ese sentido, creo que el objetivo se ha cumplido”, comenta su creador.
Cada sesión es única, en la que se exploran desde autores locales, como un intento de tomar la aldea; lo propio, hasta la conexión con la literatura universal, clásica y moderna. Entre los invitados han pasado los escritores Carlos Mario Uribe, David Jiménez y Carlos Loaiza, y voces femeninas como Lorena Madrid y Silvia Rivera. Sin embargo, Mauricio destaca que el evento no se limita a nombres reconocidos, es un espacio para descubrir nuevos talentos y dar voz a quienes están comenzando.
“Es un lugar para todos. Para alguien que ni siquiera haya tenido la oportunidad de estudiar ampliamente algo relacionado con la literatura, pero que guste de esto, pueda opinar y preguntar. Mi idea de Poemartes es que en algún momento también hagamos concursos, traer valores poéticos, de narrativa, del colegio, gente que quiera hacer su ópera prima acá”, agrega el cuentista.
La literatura tiene un día: Martes
¿Por qué un martes? Es una pregunta frecuente. Más allá de que la combinación de «poema» y «martes» resulte musical y rítmica, Mauricio le ha otorgado tanto un significado etimológico como uno más popular.
Por un lado, Marte, el dios romano de la guerra, inspira el nombre, aunque aquí no hay lugar para la confrontación bélica. En este territorio de paz, las únicas batallas son de ideas y palabras. Pero también, evoca con humor el refrán popular: «El martes, ni te cases ni te embarques», al que añadió su propio giro: «mejor ven a Poemartes». De esta forma, el título no solo resuena con ritmo, sino que también se convierte en un eslogan que invita a romper la rutina y disfrutar de un encuentro hecho para disidentes literarios.
“Naturalmente esto va a atraer a la gente adecuada. Si viene gente que ha asistido a lo solemne, me parece fabuloso, yo no discrimino. Pero la gente que ha sido crítica de un aparato cultural, marginador, solemne, ampuloso, espero que comprenda, viva y vea en un pequeño bar de la zona rosa la oportunidad, algo que no ocurre en los eventos oficiales. La ciudad todavía se toma muy en serio en ciertos aspectos. Pienso que los entes culturales no se miran el ombligo, y deberían hacerlo”, crítica el poeta.
Mauricio, quien también es diseñador, se encarga de ilustrar a mano los carteles promocionales como parte de su compromiso con la autenticidad. Él y todos los que conspiran para que el proyecto se mantenga, tiene grandes planes para el futuro: desde llevar el evento a sectores rurales hasta crear un concurso para jóvenes escritores. Todo esto sin perder de vista su esencia: un espacio humano, cálido y abierto a todo público.
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