Texto por: Andrés Felipe Rivera Motato
Fotos por: MUC – Juan Diego Arteaga López
El Museo de la Universidad de Caldas y la importancia de custodiar la memoria en Manizales
En Manizales, la memoria se acumula por capas, como la montaña que sostiene la ciudad. En rocas, en fragmentos cerámicos, en objetos cotidianos, en archivos personales, en obras de arte y en preguntas que aún no tienen respuesta. Esa es la lógica que propone hoy el Museo de la Universidad de Caldas (MUC) con la reapertura de su exposición permanente en el Centro Cultural Universitario Rogelio Salmona: no un museo que ordena la historia, sino uno que la pone en conversación.
Después de 26 años de funcionamiento como Centro de Museos, el MUC se renueva no solo en su ubicación, sino en su forma de narrar el patrimonio. La exposición Relieves de un paisaje en movimiento reúne más de 500 piezas distribuidas en 865 metros cuadrados, articulando cinco colecciones patrimoniales —arqueología, etnografía, historia natural, geología y paleontología, y arte— bajo una misma pregunta: ¿qué nos dice el territorio cuando dejamos que hable desde distintos tiempos?
Un museo universitario que se abre a la ciudad
El traslado de la sala de exhibición permanente desde el Campus Palogrande al Centro Cultural Universitario responde a una decisión política y cultural: sacar el patrimonio del circuito exclusivamente académico y ponerlo en diálogo directo con la ciudad.
“Este es un museo que, por definición, tiene como base la investigación, pero que entiende que el conocimiento solo cobra sentido cuando se comparte”, señala Darío Arenas Villegas, vicerrector de Proyección Universitaria. “Aquí convergen grupos de investigación, semilleros, estudiantes y ciudadanía. Es un museo abierto y gratuito, pensado para personas de todas las edades, que articula colecciones muy distintas para contar una historia común sobre nuestras montañas y nuestras comunidades”.
Esa apertura redefine el papel del museo en Manizales. No como un espacio solemne y distante, sino como un lugar habitable: para recorrer, escuchar, preguntar, jugar, asistir a talleres o simplemente permanecer. Un museo que entiende la cultura como un proceso vivo y no como un objeto terminado.
Cinco colecciones, una sola conversación
El corazón del MUC está en sus colecciones, diversas en origen y naturaleza, pero unidas por el territorio.
La colección de arqueología, con más de 11.600 piezas, es una de las más significativas del Cauca Medio y del Eje Cafetero. Vasijas funerarias, fragmentos cerámicos, objetos líticos y orgánicos dan cuenta de las sociedades que habitaron este territorio mucho antes de la ciudad. A este acervo se suma un hecho clave para la historia reciente del museo: la llegada de cerca de 20 toneladas de material arqueológico provenientes de los hallazgos de la vía Manizales–La Pintada, entregados por la Concesión Pacífico Tres como parte de un plan de manejo arqueológico. Este acontecimiento no solo amplió la colección, sino que obligó a repensar el museo, sus reservas y su proyección.
La colección de etnografía, compuesta por más de 460 objetos, conecta a Manizales con territorios amazónicos, caribeños y andinos. Cestos, herramientas y artefactos cotidianos recuerdan que el país no es una sola cultura, sino una red de saberes vivos que siguen produciendo sentido.
En la colección de historia natural, reconocida a nivel nacional, reposan más de 22.000 ejemplares de insectos, aves y otros animales. Mariposas, escarabajos y especímenes conservados no solo muestran la biodiversidad, sino que invitan a pensar la relación entre naturaleza, ciencia y conservación en una región atravesada por el paisaje andino.
La colección de geología y paleontología introduce una escala distinta del tiempo. Rocas, minerales y fósiles de más de 12 millones de años —entre ellos un imponente gliptodonte, pariente lejano del armadillo— sitúan al visitante frente a una historia que antecede cualquier memoria humana. La montaña deja de ser metáfora y se convierte en evidencia.
Finalmente, la colección de arte —gráfica, fotografía, afiches y obras pictóricas— conecta el patrimonio material con la sensibilidad contemporánea. Bocetos de David Manzur, fotografía documental, arte popular y urbano dialogan con objetos científicos, rompiendo las fronteras tradicionales entre disciplinas.
La montaña como método
El guion curatorial del MUC no propone un recorrido cronológico ni una clasificación por áreas. Se construye a partir de seis unidades narrativas, inspiradas en la idea de la montaña como un ecosistema vivo. Cada unidad funciona como un estrato: físico, cultural, simbólico. No se trata de explicar todo, sino de provocar relaciones.
La exhibición está pensada como un proceso en construcción, al igual que la memoria de un territorio. Dispositivos museográficos accesibles, experiencias sonoras y sensoriales, y estrategias de mediación permiten que el visitante no sea un espectador pasivo, sino un participante activo.
¿Por qué es importante un museo en Manizales?
Porque Manizales no es solo una ciudad universitaria o una capital cultural por tradición: es un territorio atravesado por capas de historia, ciencia y creación que necesitan ser cuidadas, investigadas y compartidas. Un museo como el MUC cumple una función que va más allá de la exhibición: articula conocimiento, forma públicos, fortalece la identidad regional y conecta generaciones.
En una ciudad marcada por el riesgo, la montaña y la transformación constante, el museo se convierte en un espacio de pausa y reflexión. Un lugar donde el pasado no se congela, sino que dialoga con el presente para imaginar futuros posibles. El MUC no responde a la pregunta de quiénes somos con una sola voz. Propone algo más complejo y necesario: escuchar al territorio desde múltiples relatos. Y en esa escucha, Manizales encuentra una de sus mayores fortalezas culturales.
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