Texto por: Stefanny Gutiérrez Duque.
Fotografías por: Cristian Aristizábal y Andrés C. Valencia.
El espacio público se ha convertido en un enorme lienzo para expresar el sentir de nuestros tiempos. Ya sea a través del grafiti, el muralismo o el cartelismo, el arte urbano lleva décadas hablando a través de las calles y siendo la voz de generaciones que ya no se conforman con las ideas tradicionales de arte y que quieren dejar su huella formando parte de la estética de la ciudad.
Y es que además de una forma de expresión, el arte urbano se ha convertido en una forma de democratizar el arte. En contraste con museos y galerías, su valor se encuentra precisamente en que su interacción con los espectadores se genera en la cotidianidad de las calles. Sin embargo, esto es producto de una lucha que se ha venido dando desde sus comienzos y que aún es objeto de debate.
«Desde que se esté debatiendo, se está haciendo algo. Es una lucha simbólica por el reconocimiento del arte urbano y por la democratización del arte, haciéndola arte público y al alcance de todos» afirma Mateo Valencia, muralista desde hace más de 7 años, y uno de los invitados a la 7ma versión del Festival Biocultural de Manizales.
Cristian Aristizabal, un fotógrafo manizaleño que ha captado a través de su lente las manifestaciones artísticas de la ciudad, ha sido también testigo de la evolución de este arte en las calles de la capital caldense. Para él, las relaciones, dinámicas y simbologías que se tejen alrededor del arte urbano nos ayudan a pensar la ciudad de una manera diferente. Además afirma que: «En la medida que estas instalaciones y puestas artísticas se den en la calle, comienzan a generar un diálogo con el transeúnte, con el ciudadano, con el habitante de calle y con los actores sociales que confluyen allí».
Así, como forma de expresión pública, el arte urbano permite la trasmisión directa de mensajes con los transeúntes, y esa es precisamente la intención del Festival Biocultural 2020, un festival de arte urbano en la ciudad de Manizales cuya propuesta toma como punto de encuentro las calles de la ciudad en pos de la vida.
En esta versión, el Festival utilizó la estrategia del Urbanismo Táctico, «una tendencia que se ha venido dando en el país y hace que las ciudades tengan una dinámica de color y la sensibilidad y se apropien de los espacios», así lo comenta Luisa Fernanda López, Directora de esta versión del festival.
Fue así como desde el 6 de agosto alrededor de 11 artistas urbanos de diferentes partes del país acudieron a la invitación del Festival Biocultural e interpretaron la temática del festival, La Resistencia Vital, desde sus diferentes estilos y técnicas.
Resistencia femenina
Mugre Diamante, una manizaleña que vive en Bogotá desde hace 5 años y cuyo retorno a la capital caldense estuvo marcado por la nostalgia de hacer lo que le gusta en compañía de muchos de sus amigos locales, decidió reinterpretar a su manera la Resistencia Vital. «Deconstruí el tema con elementos que yo represento usualmente, pero también representé la nostalgia que me da regresar a Manizales. Lo hice muy personal y muy íntimo» afirma.
Así mismo, Era, quien siempre se ha caracterizado por las interveciones transgresoras incluso desde la ilegalidad, adaptó su estilo particular a espacios diferentes a los que no estaba acostumbrada. Para ella, la resistencia vital se encuentra en la forma que ejerce su labor artística: «Nuestros actos, sean a no dentro de festivales, son una resistencia. Nuestra apuesta siempre ha sido transgresora, de una manera legal o ilegal».
«Los hombres en la cocina huelen a flores». Esta frase plasmada en la propuesta de Ana María Trujillo representa la resistencia contra los roles de género que se ven tantas veces reflejados en el lenguaje cotidiano de la región. De esta forma, en pocas palabras, ese signo tan característico del arte urbano, se hace una sentencia muy necesaria para esta generación y para las próximas.
Resistencia ancestral
Cráneo, muralista desde hace más de 7 años y su primo el fotógrafo Andrés C. Valencia, quien decidió llevar su fotografía a otro nivel, plasmaron la resistencia vital desde su conexión ancestral.
Fotógrafo y artista quisieron reivindicar la figura del anciano a través del mural, pues consideran que ha sido una de las más afectadas a causa de la pandemia y el aislamiento social. Así, se encaminaron en este reto con la técnica del cartelismo «para plasmar la sonrisa de nuestros ancestros, nuestros campesinos, que tan pocas veces se ve opacada, a pesar de las dificultades actuales», afirma Andrés Valencia.
Una intención similar estuvo plasmada en la intervención de SepC, caracterizado por ser lacónico pero elocuente en sus representaciones, en esta ocasión quiso, también poner su intención en un reconocimiento de los adultos mayores, quienes representan la luz guía para las generaciones futuras. Para SepC nos encontramos en una permanente búsqueda de la luz y, para él, esta luz se encuentra en el grafiti.
Resistencia por la vida
Al producirse en el marco de la pandemia, este festival debía adaptarse a las condiciones dadas pero, al mismo tiempo, debía generar un punto de encuentro social y de acercamiento a la vida. «A través del color y las estéticas generamos pedagogía para que las personas puedan generar un distanciamiento físico pero también un acercamiento vital» afirma Alexander Rodríguez, gestor cultural a cargo del Festival.
Hablar de resistencia vital es también hablar de sobrevivir a problemáticas tan graves en la Manizales como lo es el suicidio, mayor causa de mortalidad en este momento y respecto a la cual. Pero, al mismo tiempo es hablar de la resistencia de la naturaleza y la vida de los animales y hablar de naturaleza en Manizales, es hablar de la energía vital a través de las montañas y desde la tierra. Artistas como Tonra y Arturo Volatil plasmaron en la convergencia de sus respectivos muros la energía vital y espiritual.
Estoy trabajando desde la energía y mi trabajo es la relación del hombre con la naturaleza. Yo me pregunto qué somos más allá de este cuerpo» se cuestiona Tonra, cuyo mural es la representación de la energía que se gesta en la tierra y cómo esta permea todo lo que nos rodea a través del lenguaje de la pintura.
«Resistir desde la fuerza de lo que somos desde la energía y desde el espíritu».
Para Otis, caracterizado por reflejar en su trabajo la vida animal, la naturaleza y su conexión con la cotidianidad humana, la resistencia en contra del maltrato animal es resistencia vital.
Y es que estas intervenciones son el reflejo de un sentir colectivo, de toda una generación que resiste a la vida desde su pasión. A pesar de las condiciones actuales, estas representaciones permiten un respiro de normalidad, tan necesario en estos momentos de agobio y encierro.
Para Juan Camilo, conocido como Lo2, poder pintar durante el festival es rescatar un poco la normalidad como artista. Para él, el arte urbano es también la resistencia de espacios que han sido abandonados y permite que las personas sean testigos del cambio de la ciudad, «se encuentren con una ciudad más bella, que se analiza, que se reflexiona y que se quiere retratar en el mural»
Sin duda espacios artísticos como los que propone el Festival Biocultural son necesarios para los cambios sociales que se están viviendo. Así, este festival se proyecta como una plataforma para visibilizar la labor de artistas que suman sus voces a la lucha por resistir, por reclamar el espacio público, por la vida en todas sus formas y por hacerse un espacio en las expresiones artísticas.
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Escucha en este podcast copodrucido con Polifonía Urbana una entrevista con Alexander Rodríguez, gestor cultural a cargo del Festival.