Texto por: Andrés F. Rivera Motato
Fotos por: @Ingrumá Experiencia & aventura y @andrescvalencia
Hans, un aventurero holandés de 32 años, decidió tomarse un descanso de ocho meses para explorar Colombia de una manera poco convencional. En lugar de elegir los destinos turísticos más populares, como los parques temáticos del Eje Cafetero o las playas del Caribe, optó por recorrer a pie la cordillera central de los Andes. Su travesía lo llevó al Departamento de Caldas, donde emprendió una ruta que conectaba Antioquia, pasando por Aguadas, cruzando Salamina y otros municipios cercanos, hasta llegar a Riosucio, y finalmente enlazar con Risaralda y el Quindío. A lo largo de su camino, Hans no solo se maravilló con los paisajes, sino que también se sumergió en la cultura local, interactuando con comunidades quienes ya no extrañan la presencia de visitantes extranjeros.
En los últimos años, el trekking en Caldas ha ganado popularidad, posicionándose como una alternativa de turismo sostenible y de aventura. Las rutas atraviesan paisajes que incluyen bosques de niebla, cañones y páramos, ofreciendo a los viajeros la oportunidad de adentrarse en territorios poco explorados. Destinos como el Cerro del Ingrumá, la Reserva Natural de San Antonio, el Páramo de Letras y la Laguna del Otún brindan experiencias de trekking diferentes, con senderos que desafían a los aventureros mientras revelan la rica biodiversidad de la región.
Municipios como Salamina, Aguadas y especialmente Riosucio se han consolidado como puntos clave para esta actividad, ofreciendo experiencias que combinan la conexión con la naturaleza y el aprendizaje de las tradiciones locales. Además, este tipo de turismo impulsa la economía regional, favoreciendo a emprendedores locales que proporcionan hospedaje, guías especializados y experiencias auténticas, siempre con respeto por el territorio y sus habitantes.
Una de las experiencias más destacadas en Riosucio es el canyoning, una actividad que fusiona el senderismo con descensos en tirolina, permitiendo a los aventureros explorar la montaña de manera segura y emocionante. Esta práctica, en el municipio, se puede hacer a través de Ingumá Experiencia y aventura, quienes han encontrado en el territorio ancestral el escenario ideal para su desarrollo. El recorrido comienza en el centro del pueblo, donde los participantes, equipados con arneses y elementos de seguridad, inician caminatas de aproximadamente 6 horas o más. Desde allí, se enfrentan desafíos como ascensos por paredes casi verticales, descensos por medio de cascadas que ofrecen vistas panorámicas del paisaje circundante. Esta actividad no solo proporciona una descarga de adrenalina, sino que también reconecta a los participantes con la naturaleza, alejándolos del bullicio urbano y sumergiéndolos en la serenidad de la montaña.
El auge del trekking y otras actividades similares en Caldas genera nuevas oportunidades para el turismo comunitario. Las comunidades locales comenzaron a organizar y ofrecer servicios relacionados, como alojamiento en casas tradicionales, guías locales conocedores de la flora, fauna e historia de la región, y experiencias culturales que incluyen música, danza y gastronomía autóctona. Este enfoque no solo diversifica la oferta turística, sino que asegura que los beneficios económicos se distribuyan equitativamente, fortaleciendo el tejido social y económico de la región.
Luis Ándica, habitante del resguardado de San Lorenzo, ha sido testigo del crecimiento del trekking en su territorio. Sin embargo, su visión va más allá de una actividad turística; para él, el turismo debe ser una herramienta para la conservación y recuperación ambiental. «Al mes estamos realizando entre uno y dos recorridos por la montaña. San Lorenzo se está popularizando por sus paisajes, pero en estos territorios debemos ser rigurosos y selectivos a la hora de entrar al territorio ancestral», afirma Ándica. Uno de los lugares más visitados en estos recorridos es el Pasmín, una zona que alberga ecosistemas frágiles y de gran valor ecológico.
Para Ándica, el turismo en San Lorenzo debe gestionarse con responsabilidad, bajo principios de conservación. «Nuestro turismo debe ser una red de turismo de conservación y recuperación. Tenemos tres pisos térmicos en el resguardo y 6.702 hectáreas de naturaleza, un área de protección ambiental. El llamado a la comunidad es a cuidar esta actividad económica porque hay que hacerla con respeto, consciencia y de manera controlada», enfatiza. Su visión subraya la necesidad de equilibrar el crecimiento del trekking con el respeto por la biodiversidad y las tradiciones ancestrales que han protegido estos territorios durante siglos.
Estas regiones son hogar de comunidades indígenas y campesinas que han mantenido una relación simbiótica con la naturaleza durante generaciones. Promover prácticas turísticas que valoren y preserven este legado es esencial para garantizar la sostenibilidad a largo plazo. Esto implica no solo minimizar el impacto ambiental de las actividades turísticas, sino también involucrar a las comunidades locales en la planificación y gestión del turismo, asegurando que sus voces y conocimientos sean reconocidos y respetados.
Thomas Antoine Cyprien Balachard Fricot, un anfitrión francés que conoce estos territorios desde hace 15 años y que, desde hace cinco, recibe huéspedes en sus cabañas La Pradera, comparte su experiencia: «Enfrente de las cabañas, a veces veo cómo suben los caminantes que llevan días o semanas de travesía, y mis alojamientos se han visto beneficiados por esta práctica turística. Siento que le dan otro dinamismo a la economía y Colombia es el país indicado para esto. Tenemos paisajes muy verdes y hermosos, llenos de aves, flora y fauna diversa, que hacen que los extranjeros se encanten. Siento que las personas que practican este tipo de deportes son conscientes; más allá de caminar, quieren apreciar y conectarse».
Con una infraestructura que sigue en expansión, Caldas cuenta con más de 50 rutas de trekking registradas en todo el territorio, muchas de ellas en zonas de alto valor ecológico, como páramos, bosques de niebla y reservas naturales. Estas actividades no solo atraen a miles de turistas anualmente, sino que también fomentan el desarrollo de la economía local, beneficiando a emprendedores y comunidades rurales. Con una creciente conciencia sobre la necesidad de proteger la biodiversidad y las tradiciones locales, el trekking se consolida como una alternativa viable para equilibrar la conservación del entorno con el desarrollo económico, garantizando un turismo responsable y sostenible que promueve la interacción respetuosa con el territorio y sus habitantes.
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