Texto por: Tatiana Guerrero
Fotografías: Alejandro Jiménez – Felipe Rincón
Santiago Rubio López, conocido artísticamente como Monster Cyclone, presentó en la Universidad de Manizales su concierto-performance titulado Códigos de Luz, un nombre que nació de una propuesta generada por la robótica de ChatGPT.
Sin embargo, la esencia del espectáculo estuvo impregnada de una profunda humanidad. Santiago, diseñador visual y autodidacta en el arte de la música electrónica; un género que cobra cada día más seguidores en Manizales, ofreció al público una experiencia inmersiva cargada de simbolismo visual, sonoro, y con una historia personal que le entrecorta la voz cuando intenta narrarla.
La obra se compone de cuatro actos: Agua, Raíces, Fuego y Tormenta, cada uno representando un elemento esencial. Como cierre especial, el músico incluyó una especie de bonus track, en el que suena un desgarrador sonido: el pitido final de un monitor cardíaco. Este momento, a la vez homenaje y despedida, fue un tributo personal a su padre Fabio, quien falleció hace apenas un mes a los 71 años debido a un paro cardíaco.
El artista confesó que su intención original era incluir una nota de voz de su padre, pero al buscarla descubrió que no tenía ninguna, ya que no solía enviar audios. Ahora planea incorporar en sus próximas composiciones la voz de Fabio, ligeramente distorsionada, rescatada de algunos videos antiguos.
“Sentía que debía plasmar algo de ese sentimiento en la música. Entonces, tenía como un beat muy emocional y lo agregué. Es un sonido muy simple: una nota sol sostenido pulsando como estos aparatos que miden el corazón. Básicamente al final empieza a disminuir hasta que suena como cuando la gente muere, porque realmente su fallecimiento fue muy tranquilo”, relata Santiago.
A pesar de la participación de Monster como solista y el minimalismo que caracterizó al escenario, este se defendió cada minuto, gracias al magistral uso de la triada perfecta: luz, música y humo artificial, que emulaba la neblina que suele cubrir a la ciudad.
No se puede pasar por alto la relevancia de una serie de dispositivos tecnológicos que también tuvieron una participación protagónica: una computadora con software especializado, un interfaz de audio, controladores de botones y sintetizadores analógicos y digitales, cuyos cables se extendían por todo el recinto, enredándose como raíces en el suelo y sugiriendo la complejidad del proyecto. Este despliegue técnico y artístico cautivó por completo al público, que no dudó en reconocer la singularidad e irremplazable calidad de la actuación.
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El espectáculo estuvo marcado por pausas que, por momentos, sugerían el final de la presentación. Sin embargo, cada pausa resultaba ser solo un respiro; el show retomaba impulso para abrir paso a nuevos ciclos, algunos más suaves y melódicos, otros más intensos y estruendosos, en los que el músico exploraba una variedad de ritmos con espíritu experimental.
El músico describió su actuación como un “Frankenstein” que fue perfeccionando a lo largo del año en distintas etapas, expandiéndose más de lo que él imaginó. Esta creación híbrida y cambiante, llena de caídas y crecientes, sumergió a la audiencia en una montaña rusa de emociones, llevándolos a transitar por distintos estados de ánimo.
“La primera parte de la obra realmente se titula Lux Sónica, que son como 10 minutos, y está en plataformas. Esa era la obra, antes de ganarse la convocatoria de la Secretaría de Cultura y Civismo de Manizales. Básicamente esa historia termina en Tormenta, que era la parte de máquinas y estruendos. Luego, hace unos meses, para un performance agregué otros dos temas , que ya eran de un corte más tecno, y la semana pasada con lo de mi padre, cogí un último beat, le di una forma y lo incorporé”, añadió el artista.
Una aventura multisensorial
Santiago nació en Manizales y se formó como diseñador visual en la Universidad de Caldas. En el 2014 comenzó de forma empírica su incursión en el mundo de la música electrónica, integrando su enfoque visual con la experimentación en código y la creación interactiva, con la intención de ofrecer algo innovador a la ciudad.
EL manizaleño reveló que su nombre artístico adolece de un origen misterioso: «Surgió de jugar con la palabra Cycle; que es como ciclo, un concepto que se estudia en el sonido, que es el ciclo de la onda. También me gustaba la palabra Monster y yo estaba muy empeliculado con géneros retro futuristas. Así que me terminó gustando la combinación de palabras».
En este contexto, empezó a producir música electrónica, fusionando géneros como el techno, synthwave, IDM, ambient, entre otros. Su proyecto busca traducir, en sonidos e imágenes sintéticas, aspectos de lo cotidiano, lo humano y las emociones, creando una experiencia multisensorial que invita a una nueva forma de percibir la realidad.
“Todos los conocimientos los he obtenido de la calle. Mi camino ha sido la locura, la obsesión y las ganas de probar. Hay veces que no me han funcionado las cosas que he intentado. Creo que esta vez salió mejor, no perfecto, pero se logró algo mejor”.
El artista hizo hincapié en que no fue perfecto, pues la intención del equipo de producción era crear figuras con halos de luz durante el espectáculo. No obstante, las famosas fallas técnicas hicieron carrera, y el efecto no se logró en un primer intento. Esto llevó a que se repitiera la presentación, y en esta segunda ocasión sí lograron el resultado. Así, algunos amigos y asistentes tuvieron la oportunidad de disfrutar nuevamente del show en una misma noche.
Manizales: Con las puertas cerradas
La escena electrónica en Manizales continúa siendo limitada, y los espacios siguen siendo herméticos para géneros alternativos que, aunque innovadores, no resuenan tanto como la música popular u otros géneros más establecidos. Además, son contados los artistas que se han atrevido a explorar la potencia visual en la electrónica, y Santiago es uno de los pocos que lo ha logrado.
“No hay espacios donde podamos presentarnos. Los festivales suelen ser exclusivos, especialmente los institucionales. En los eventos privados, en cambio, sí me han abierto puertas. Pero, generalmente, los artistas provienen de afuera, y cuando hablo de ‘afuera’, me refiero a Bogotá, porque si es Pereira, Armenia o Manizales, no. Esto realmente es una apuesta por lo diferente, fuera de los circuitos convencionales”, enfatiza el manizaleño.
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