Pasos para flotar:
- Conseguir una cinta elástica de nylon o poliéster con un ancho de 5 centímetros.
- Enganchar la cinta entre dos puntos fijos (pueden ser dos árboles), y tensarla.
- Comenzar a hacer slackline.
Fotografías: Lania Lex
El slackline consiste principalmente en el equilibrio; al tensar la cinta entre dos puntos, lo que queda es adentrarse en un mundo de trucos y caminar sobre el aire. Parecido a ‘caminar sobre la cuerda floja’, pero en este caso la cinta es plana. El dinamismo que tiene la línea permite hacer saltos, flips, trucos estáticos, y hasta posiciones de yoga.
Algunas de las modalidades que tiene el slack son: waterline, que consiste en tensar la cuerda suspendida en el aire, pero no sobre el suelo sino sobre el agua. Trickline es la más utilizada en el mundo, se trata de montar la cinta a menos de un metro del suelo, y hacer saltos y trucos de destreza. Longline es practicar slack con una cinta mucho más larga, de al menos unos 30 metros y unos 25 milímetros de ancho; en esta modalidad lo más importante es cruzar de un lado a otro con posiciones estáticas. El atrevido Highline requiere tensar la cuerda mínimo a unos 20 metros de altura.
Slackers en Manizales
Este deporte que surgió en los años 80 en California, llegó a Manizales hace 7 años. Isabel Santacruz es una estudiante de Gestión Cultural de la U Nacional a la que le presentaron el slackline hace 3 años en el paro del 2013 de la Universidad de Caldas, y tras una pausa, hace año y medio entrena con más dedicación.
«Fue muy difícil comenzar a caminar sobre la cinta, por al menos dos meses era lo único que practicaba».
Menciona que saltar es muy complicado, y sobre todo reponerse de algún trauma y algunas caídas. Sabe hacer el drop, que es arrodillarse sobre la cinta, drop con pierna estirada, doble drop, el buttbounce, un truco que se hace sentándose sobre la cinta; actualmente intenta sacar el chestbounce, que consiste en acostarse de pecho sobre la línea.
A Isabel le llama la atención hacer combinaciones con acrobacias, hacer ‘mortales’, flips y saltos. El delfín es un truco que le da vueltas en la cabeza desde hace tiempo, para lograrlo hay que saltar acostado en la cinta, juntar las piernas en el aire y moverlas.
Por otro lado está Lucho Osorio, arquitecto que conoció el slack hace 6 años y se enamoró de este cuando unos slackers que se encontraban en el sector del Cable tensaron una línea y con sus trucos y destreza en al aire, se robaron las miradas de los espectadores. La mayor parte del tiempo que ha pasado en la cuerda ha sido en la modalidad longline. Declara que en esta se requiere más concentración y tranquilidad para poder llevarla a cabo. En esta vertiente del slack son vitales los trucos estáticos en los que se implementa el yoga y las posiciones de estiramiento y flexión; al practicar sobre la cinta se accede a una dimensión estética y artística.
Cuando uno de sus compañeros –Jhonny- consiguió una cuerda larga, se motivaron mucho más para montar en el Bosque Popular (lugar donde entrenan semanalmente en la actualidad). Los deberes de la universidad los separaron un poco, “y cuando llegó Isabel, ella se puso la 10 con el grupo de Vive Slackline Manizales”, según Lucho.
Por lo general, este grupo de equilibristas se reúnen y hacen midline (línea a una altura media) de 3 a 5 metros de altura, sin protección, para hacer ‘locuras’. El sol, el verde del pasto, las cintas de slack brillantes, y la oportunidad de montarse en la línea para escapar del mundo del suelo, han creado un ambiente divertido y de aprendizaje; tienen siempre buena energía y es un espacio de integración y conciencia.
Slacklife
Más que un deporte, el slackline se convierte en un estilo de vida y un escape a muchas cosas. Lucho dice:
“Me subo a la cuerda y se me olvidan muchos problemas. Me concentro en mí y en mi respiración, me enfoco, soy claro y dejo de mentirme a mí mismo, porque me hablo y sé qué puedo y qué no puedo hacer”.
La cuerda te enseña a mirar tus limitaciones y superarlas gradualmente.
El Centro de Slackline Colombia, fundado en el año 2012 por Mario Venegas, tadeísta y pionero de este deporte en el país, proclama que este ejercicio trae beneficios no sólo físicos sino también psicológicos. Se fortalecen las articulaciones de rodilla y tobillo, mejora la postura, y por otro lado aumenta la capacidad de concentración, brinda confianza y seguridad en quienes lo practican y conecta a las personas con el medio ambiente al reivindicar las actividades al aire libre.
Proyección a futuro
Hay algo que Isabel evidencia, y es que los slackers de Manizales ven este deporte únicamente como hobbie y no quieren trabajar en él. “A mí me gustaría meterle la ficha. Yo siempre los motivo mucho para ir a entrenar”. Se encuentra en el proceso de montar una escuela de slack. Por el momento tiene dos estudiantes que se dejan guiar en la técnica, entre ellos le enseña a un chico de 11 años, que ya practicaba Parkour y por ende tenía experiencia. Les enseña a caminar y subirse bien en la cinta, de manera que aprendan a montarse a cualquier línea con una técnica. En el proceso van de una cinta pequeña a una cada vez mayor.
En Manizales no hay lugares destinados a los deportes alternativos, lo más próximo a esto es el espacio que emplean los skaters y los bikers en zonas como Liborio. Debido a las circunstancias, es necesario que se disponga de un gimnasio para deportes extremos en el que se pueda practicar slackline y se habiliten elementos de seguridad como colchonetas, arnés, entre otros. Mientras tanto, la idea de la escuela requiere de un proceso de organización y consolidación del grupo de Vive Slackline Manizales como un club deportivo ante las entidades competentes.