Hoy culmina la edición 56° del FITM, y la programación va hasta la siete de la noche.
La 56° edición del Festival Internacional de Teatro de Manizales se aproxima a su recta final, pero la celebración sigue más viva que nunca. En su sexto día, la programación brilló con la presentación de ocho compañías que ofrecieron una amalgama de espectáculos, tanto en escenarios al aire libre como en salas, deslumbrando al público con una diversidad de géneros y propuestas escénicas que continúan sorprendiendo.
La mañana comenzó con la magia del teatro de títeres a cargo de la compañía colombiana El Manicomio de Muñecos, que regaló al público una emotiva y divertida puesta en escena de ‘Miedo no te tengo miedo’. A través de los coloridos y expresivos títeres, los espectadores fueron transportados a la exuberante Costa Pacífica, donde conocieron sus costumbres, sabores, ritmos y cotidianidad. En el centro de la historia, Bartolito, un intrépido niño hijo de pescador, se enfrenta a su temor al agua, emprendiendo una serie de emocionantes aventuras que comparte con un variado elenco que le enseñan valiosas lecciones.
La Plaza Simón Bolívar y los parques Ernesto Gutiérrez y Antonio Nariño vibraron con una energía especial gracias a las cautivadoras presentaciones de teatro callejero. Entre las más destacadas, el Teatro Estridente deslumbró al público con su festivo y provocador espectáculo ‘Dionisio el diablo’. Esta puesta en escena fusionó de manera original la tradición cultural local con las antiguas mitologías griegas, ofreciendo una reflexión profunda sobre el caos y el orden. La obra exploró la dualidad entre Dionisio, el dios griego del teatro y la embriaguez, y su majestad El Diablo, figura emblemática del Carnaval de Riosucio, Caldas, mostrando cómo ambos encarnan el desenfreno festivo y el equilibrio ritual que define el alma del carnaval.
El colectivo local La Quintaesencia subió al escenario con su obra ‘La Santa Sepultura’, una profunda propuesta de investigación-creación desarrollada en la comunidad de Montes de María, una región marcada por el conflicto armado entre los departamentos de Sucre y Bolívar. La obra, que impactó profundamente al público, narró una desgarradora historia donde la guerra atraviesa la vida cotidiana y coloca a la mujer en el centro del drama: la madre que da a luz hijos destinados a la violencia, y la hija que se queda con las manos llenas de amor y ausencias.
La Corporación Resonante, de Manizales, brilló en el escenario urbano con su obra «El Pentamerón», centrada en la figura de Giovanni Battista Basile, apodado Pentamerón. Basile, reconocido por sus ilustres cuentos de hadas, fue un militar italiano que recorrió numerosas regiones, recopilando y adaptando relatos populares. Sin embargo, en su última travesía, enfrenta un trágico destino: es condenado a ser fusilado, acusado de plagio y apropiación intelectual.
La segunda presentación internacional en la calle estuvo a cargo de la compañía costarricense Las Afueras, con su obra ‘Buitres’. Este montaje unipersonal, de aproximadamente 50 minutos, fusionó danza y teatro en una propuesta que es, a la vez, un rompecabezas entre lo real y lo imaginario, canalizado en la expresividad del cuerpo. A través de esta dualidad, la obra navegó entre el pasado y el futuro, deteniéndose en un presente que, congelado en imágenes de inquietante quietud, se convierte en el único punto objetivamente tangible.
Desde México, la compañía Los Endelebles presentó ‘Bashir Lazhar’, una obra que, a través del monólogo, retrata la vida de un emigrante argelino que llega a Canadá escapando de la violencia en su país. El personaje principal, ahora maestro de primaria, comparte sus experiencias mientras se enfrenta a las estrictas normas del sistema educativo, intentando desafiarlas con métodos poco convencionales que buscan un cambio en su entorno.
La velada también estuvo marcada por la presentación de la Asociación Rotundo Vagabundo, que asumió el reto con ‘Actos de desaparición’, una puesta en escena que sirvió como homenaje y despedida al maestro de teatro Santiago García. La obra se destacó por su carácter performático, integrando animaciones, entrevistas, diarios de trabajo, conversaciones, y objetos animados que enriquecieron la narrativa, creando una atmósfera emotiva y reflexiva.
“Es una obra que está en el marco documental de objetos, que surgió de una invitación de Jorge Hugo Marín de hacer una obra a partir de la obra de Santiago García. Yo la planteé desde una manera autorreferencial e hice unos diarios cruzados, es decir, empecé a husmear los diarios de montaje de Santiago y dialogué con ellos. Teníamos una pregunta y necesidad de entender a esta altura de nuestro oficio el teatro como un espacio micro político. Esto es como un arte dramático, una obra de teatro que se piensa a sí misma, un espacio de libertad, de cuidado, y que se aleja y hace un acto de desaparición”, explicó Verónica Ochoa, actriz y dramaturga de la agrupación.
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