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Perfect Match: Apuestas Arriesgadas en el Escenario y la Vida

Texto por: Rafael Santander Arias

Fotos: Andrés C. Valencia

Esta obra de teatro documental revienta el espejo de la ficción, dejando una variedad cristalina de impresiones que con dificultad encajan dentro de una figura clara.

La fortuna es un don divino, sonríe y también abandona; trae, pero también quita. Afortunados son aquellos acompañados por la fortuna, por la diosa Fortuna, tan necesaria para los tahúres y los viajeros.

Apostar es arriesgar, poner en entredicho lo establecido y lo seguro, poner el futuro en manos de la Fortuna. En los casinos se pone en juego el sustento y en los viajes se pone en juego la vida.

Perfect match, presentada por la compañía Hotel Europa en el marco del 56° Festival Internacional de Teatro de Manizales, habla de estos apostadores, de migrantes en Portugal a quienes la Fortuna les sonrió y dejando atrás una vida, pudieron hacerse otra en una nueva tierra.

Aunque es normal que el teatro quiera contar a partir de la realidad, que se documente e incluso reproduzca literalmente cartas, comunicados oficiales, recortes de prensa y testimonios, estas materias primas se cristalizan en una ficción. La apuesta arriesgada de Hotel Europa, compañía a cargo de Perfect match, consistió en ofrecer una experiencia de teatro documental, y para desprenderse de la posibilidad de caer en la trampa de ficcionalizar el testimonio, decidió que cada uno de sus actores contara su historia de vida, de su familia, su migración, sus viajes y sus amores.

Formatos como el de la conferencia, el concierto y la conversación se convierten en estas formas auténticas de referirse a una realidad sin falsearla a través de la ficción. Esta propuesta ya puede alienar a algunos espectadores ávidos de ficción, pero este no es el único de los elementos riesgosos de la apuesta. En segundo lugar, ninguno de estos actores tiene formación profesional y por esto mismo su presencia en la escena se siente minúscula y sus intenciones al narrar no expresan suficiente emoción

Por último, el texto parece creado también por aficionados. Abre líneas narrativas y temas interesantes sin desarrollarlos, deja sueltas las ideas e imágenes que trata durante la hora y media sin relacionarlas con otras y realiza unas transiciones bruscas entre personajes que cortan el hilo que veníamos siguiendo. La impresión que genera es de caos, de una conversación que realiza gente tímida en un club de idiomas, donde cada quien suelta lo que quiere como puede

Valdría la pena a modo de ñapa hablar de esta timidez de los actores que se evidencia incluso entre ellos mismos, una falta de confianza para dirigirse cuando hacen una escenificación de lo que están relatando y este trato tímido y desconfiado transmite incomodidad

En suma, estos intérpretes tímidos con un texto tan blando producen una sensación de desconexión. Es irónico porque el propósito de la obra es completamente opuesto. Y acá, vale la pena tocar superficialmente esa relación conflictiva entre las ciencias sociales y las artes. Este trabajo parece que se lava las manos con respecto a lo técnico dada su actualidad y relevancia social. Más aún en un país como Colombia de donde muchos emigran y a donde mucha población venezolana ha emigrado. Eso sin hablar de las migraciones internas que también afectan profundamente a los emigrantes y su cultura, pero que la obra no menciona — ni tampoco tiene por qué mencionarla.

La relevancia social de un producto no lo termina de justificar estéticamente, ni tampoco justifica esa estructura en la cual se habla de muchas problemáticas sociales, de tantas formas de migrar, del mestizaje, de cómo la música y la gastronomía expresan la cultura, de la discriminación a los migrantes, de Palestina, de los controles de policía y aduana cargados de prejuicios raciales, de los millones de muertos que apostando por una vida mejor reciben la espalda de Fortuna; en fin, un sinnúmero de temas que vale la pena tratar, pero que se pierden en ese ceviche temático, en ese mar repleto de sabores sugerentes que peleándose por el protagonismo se anulan entre sí.

La apuesta de la compañía es valiosa y arriesgada, no parece que la Fortuna le hubiera sonreído esta vez al producto como sí parece que ocurrió con los personajes de su obra. Me arriesgo a aventurar una hipótesis: quizás el formato de la obra no podía ser así de grande, algo más íntimo requiere de un espacio más pequeño, una locación donde no solo veamos a los actores, sino que los actores nos vean y podamos escucharlos como cualquiera que habla con nosotros en un lugar público. Así quizás la forma cobre sentido.

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