Texto por: Valeria Cipriano
Fotos por: Andrés C. Valencia – Cristian Aristizábal – Valeria Cipriano
Manizales se ha convertido una vez más en la capital colombiana de las artes circenses con la decimotercera edición del Festival Internacional de Circo. A pesar del clima impredecible, la ciudad ha abrazado con entusiasmo a artistas nacionales e internacionales que han tomado las calles y escenarios alternativos para compartir la destreza de sus propuestas.
“Este año creemos que hubo muy buena asistencia y una buena recepción. El hecho de sacarlo a la calle, sin duda, es un acierto porque creemos que es necesario generar espacios que permitan que otras personas accedan a los derechos culturales”, explica Andrea Gómez, directora y productora del Festival Internacional de Circo de Manizales.
Durante los cinco días del evento de ciudad, se realizaron diversas presentaciones en varios parques públicos y en espacios cerrados como en el Teatro Fundadores, Teatro El Escondite y la casa de la cultura de Malabar.
“En el Teatro Fundadores fueron alrededor de 700 personas las que fueron, lo cual para nosotros fue muy bonito porque era una función principalmente para niños. Y las demás funciones tuvieron un aforo más o menos de 150 personas. Entonces, para nosotros es muy grato ver que realmente la ciudad sí apuesta por eso”, complementa.
Un «Roller Coaster» de emociones desde Medellín
Desde Medellín, la compañía Circo de la Rúa, liderada por Viviana Arias, presentó su obra estreno «Roller Coaster o el circo de las emociones». Arias describe su espectáculo como una «montaña rusa de emociones» protagonizada por un grupo de amigos de barrio. A través de la comicidad y la complicidad, los personajes experimentan una gama de sentimientos como la tristeza, el desánimo y la rabia, utilizando objetos y juguetes para transformar estas sensaciones en un juego colectivo que siempre culmina en alegría y camaradería.
La compañía antioqueña se mostró agradecida con la acogida en Manizales, valorando la oportunidad de compartir con artistas de trayectoria, conocer otras propuestas y enriquecer su propio trabajo. «Reunirnos en un espacio que también de alguna manera dignifica lo que nosotros hacemos. Reconoce el esfuerzo y el valor de traer un grupo completo de otra ciudad a Manizales y mostrar otra cara y otra propuesta del circo a la ciudad es muy importante», afirmó Arias.
«Roller Coaster», preparado especialmente para el festival manizaleño, explora a través de sus escenas diversas situaciones emocionales, mostrando cómo el apoyo mutuo puede aliviar la soledad, disminuir la rabia y superar el miedo. «Habla de muchas cosas emocionales y situaciones emocionales que en algún momento sentimos, pero que puede ser muy divertida si al final después nos reímos de eso», explicó la directora. El grupo base de Circo de la Rúa está conformado por Viviana Arias, Majerli, Dayani, el consolidado artista Esteban Alcaraz, Sara Moreno y Sebastián Ceballos, acompañados por un equipo técnico y de producción que incluye a Dani Ruiz en sonido, Gustavo Castañeda en iluminación y Sebastián Alarcón en la parte audiovisual.
Resistencia y resiliencia circense local
Nacor Quintero, artista escénico de Manizales, compartió su experiencia en la variedad local con su número «Esta nariz de Zeppelin». Este personaje payaso utiliza el cuerpo y la música como narrativa para evocar la esencia del circo: riesgo, risa y comicidad. Quintero, quien ha participado activamente en ediciones anteriores del festival y en diversos laboratorios, expresó su alegría por «poder volver a aportar esa cuota local y podernos desnudar delante de la ciudad, delante de la gente y en este evento, algo maravilloso que nos llena el corazón y el alma».
Para Quintero, la existencia del Festival Internacional de Circo en Manizales es un «logro de mucho aguante, mucha resistencia y mucha resiliencia». Destacó el avance significativo del sector en la ciudad, incluyendo la creación de una Escuela Municipal de Circo, fruto de la perseverancia de gestores y productores locales. «En Manizales se ven cada vez más procesos, cada vez más personas eh metiéndole tan duro, digamos, a este cuento y a este sector que ha sido tan informal… ahorita se ve como en otro nivel y hace parte también del crecimiento de la ciudad y de todo lo que hay alrededor», señaló.
Aunque el «sueño del circo en Manizales sigue siendo tener la carpa», Quintero reconoce la importancia de sostener el sector ocupando otros espacios, como escenarios convencionales y no convencionales, y tomando las calles. «Creo que hay circo para rato en Manizales», afirmó con optimismo.
El circo vuelve a la calle para conectar con la ciudad
Una de las particularidades de esta edición del festival ha sido su regreso a la calle, una decisión consciente para «volver a tomarnos esos espacios públicos, esos espacios que el arte les da vida y que el circo le pone color». Esta iniciativa, impulsada al presentar el proyecto al Ministerio de Cultura, buscó descentralizar el festival y llevar la magia circense a lugares como el Ernesto Gutiérrez, el Antonio Nariño, las Casas de la Cultura y en alianza con teatros como El Escondite. «La calle siempre será el escenario del circo», enfatizaron desde la organización.
José Fernando Usma, vocero de la Fundación Circo Manizales, organizadora del festival, el encuentro de payasos y el laboratorio Pin Pum Pan, prefirió no abordar en detalle la «escena del circo en Manizales» en este momento, señalando diferentes formas de ver dentro del gremio. Sin embargo, destacó la articulación de la fundación con la Secretaría de Cultura y la Escuela Municipal de Circo en diversos procesos formativos y eventos de ciudad.
La fundación, que también está articulada en la Red Latinoamericana de la Risa, celebra su crecimiento y su consolidación como referente nacional. Su visión a futuro es clara: seguir creciendo con el festival y, a largo plazo, materializar el sueño de una carpa propia. «Nos imaginamos en 50 años ya estar con canas y que sean los amigos que estén alrededor de nosotros, que sea el sector también que esté con muy buenos espectáculos… Una visión a futuro es que el festival ya no se haga en las calles, sino en la carpa, una carpa que hemos soñado durante muchos años», concluyó.
Con cada risa, cada asombro y cada aplauso en las calles de Manizales, el XIII Festival Internacional de Circo reafirma su papel como un espacio vital para la cultura, el encuentro y la celebración de un arte que desafía la gravedad y toca el corazón del público.
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