Texto y fotos por: Valeria Cipriano
Entre el creativo universo del tatuaje donde las máquinas trabajan con precisión milimétrica, emerge una joven artista decidida a rescatar una técnica ancestral: el handpoke. Liyhan Tatiana Gamez Vega, con cerca de dos años de trayectoria, ha encontrado en la delicadeza de la aguja impulsada a mano una conexión única con sus clientes y una forma de plasmar su visión artística; una mezcla del arte surrealista con la naturaleza.
Su llegada a este arte no fue una decisión aleatoria, ya que gracias a su pareja y amistades tatuadores, ya poseía un conocimiento superficial de la expresión de plasmar en la piel. La revelación de esta técnica llegó de la mano de un vecino, quien le presentó el trabajo de Natassja Florido, una artista local que dominaba el arte del handpoke. Desde ese momento, Tatiana dejó de lado esa idea preconcebida de que esta técnica manual era un trabajo asociado a la “mediocridad”.
Tomando impulso de la curiosidad que brotaba en su interior, como también el deseo de explorar esta alternativa, se sumergió en el autoaprendizaje con la ayuda de su pareja y conocidos. Fue así, como poco a poco fue desentrañando los secretos de esta técnica milenaria que le permitía tener otras perspectivas al momento de tatuar: la pulcritud y el nivel de detalle que podía alcanzar.
Naturaleza surrealista
Encontrar su sello personal fue algo que fluyó con bastante facilidad, ya que su conexión con la naturaleza se fusionó con su fascinación con el surrealismo, dando como resultado un estilo único. Para llegar a una buena precisión con sus diseños, realizaba unos ejercicios en los que extraía ideas de dibujos escritos en papelitos, practicando con su aguja. Aunque en un inicio, mientras aprendía a manejar con destreza la aguja, llegaba a tardarse hasta 12 horas realizando un solo tatuaje.
Practicó incansablemente con naranjas y piel sintética, teniendo consciencia constantemente de la importancia del cuidado y la responsabilidad que implica tatuar la piel de alguien más.
Su estilo, autodenominado “naturaleza surrealista”, refleja una simbiosis entre el mundo orgánico y la imaginación desbordante. Su fascinación por la fauna y la flora se entrelazan con elementos oníricos. Su vínculo con la naturaleza no es casual; actualmente estudia su carrera universitaria de medicina veterinaria, una disciplina que ella considera está muy ligada al arte. «Siempre me ha gustado mucho lo que es la naturaleza, ya que ha sido una gran inspiración para mí. Sabía que quería contar algo personal, como que no muchas personas lo tuvieran. El surrealismo es algo que siempre me ha gustado», confiesa.
«Siento que todo va de la mano porque el arte es en sí vivo. Uno tiene que ser artista cuando se va a hacer algún diagnóstico o tocar al paciente porque hay que sentir las cosas; como los animales no hablan, hay que estar observándolo todo», agrega.
Tatiana encontró en el handpoke algo que le permite acercarse más a quienes la buscan para tatuarse. «Es algo que me da tranquilidad y siento que me acerca más a la persona que estoy tatuando. Personalmente, cuando yo me voy a tatuar, siempre que escucho el sonido de la máquina me dan unos nervios horribles», explica, contrarrestando en su mente el silencio concentrado del punto a punto con la vibración constante de las máquinas de tatuar.
Esta cercanía entre tatuador y cliente trasciende lo técnico, ya que constantemente se está buscando construir una relación de confianza con el cliente, siendo consciente de que un tatuaje será un compañero para toda la vida. Liyhan Tatiana muestra con cuidado sus herramientas de trabajo, mientras entabla una conversación con la persona que esté tatuando.
Su prioridad es brindar seguridad, disipando los miedos iniciales sobre el dolor, un factor que ella describe como algo “muy personal”, destacando la sutileza de la técnica, mientras hay menor sangrado y su cicatrización es más rápida. La personalización de la experiencia es clave: aunque tiene diseños preestablecidos, siempre está abierta a modificarlos según el deseo del cliente.
«Trato de personalizar la experiencia. Yo puedo tener un diseño, pero si la persona me dice ‘me gustaría cambiarle esto’, lo voy a hacer con todo el gusto del mundo porque realmente es algo que va a llevar en su piel. Tengo que ser respetuosa», afirma.
En un mundo donde la rapidez y la tecnología a menudo eclipsan la lentitud y la tradición, esta joven artista se erige como una defensora del handpoke, uniendo la sabiduría ancestral con su visión contemporánea. Con cada punteada, no solo plasma imágenes en la piel, sino que también escribe historias, construye conexiones y reivindica un arte que sigue vivo en el silencio paciente de la mano.
Actualmente, Liyhan Tatiana cuenta con su estudio personal en el barrio Fátima que abrió junto a su pareja, Tinta y Arte. Sin embargo, luego de mucho tiempo recibiendo a sus clientes allí y hacerlos sentir bienvenidos con un calor hogareño, esta etapa en Manizales ha culminado para la joven artista, que aspira a llevar su arte a una nueva ciudad de Colombia. Pueden seguir su trabajo de tatuajes en su perfil de Instagram: @fauna_pokes
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