Texto por: Andrés F. Rivera Motato
Fotos por: Andrés C. Valencia Chica
En una noche que disolvió los límites que aparentemente pueden surgir entre la música y la empatía, la Orquesta Sinfónica de Caldas presentó en Manizales el concierto Unforgettable Sunrise, una obra que no solo desafió las convenciones musicales, sino que abrió un espacio de comprensión y conexión con la aceptación de la neurodivergencia. Los músicos, descalzos sobre el escenario, interpretaron una sinfonía acompañada de visuales temáticos que sumergieron al público en una experiencia sensorial diferente.
La pieza fue compuesta por Jacob Rock, un joven autista no verbal de 20 años, originario de Los Ángeles, EE.UU. A lo largo de su vida, Jacob construyó en su mente una sinfonía de 70 minutos, que pudo comunicar con la ayuda de un software de paso de texto a voz, en un iPad y al compromiso y acompañamiento de su familia. El músico Rob Laufer colaboró en la transcripción y arreglos de la obra, haciendo posible su interpretación orquestal.
Piedad Constanza Botero, chelista de la Orquesta Sinfónica de Caldas, descubrió la obra el año pasado y se sintió profundamente conectada con ella. «Le propuse al maestro hace cinco años hacer un concierto por el Día del Autismo porque soy mamá de un niño autista y buscaba una oportunidad para que mi hijo pudiera asistir a un concierto y sentirse cómodo», compartió Botero.
Desde aquella primera idea, la orquesta ha creado espacios pensados para públicos diversos, especialmente niños. Han incorporado elementos como cuentos y actuación para abordar temas como las emociones, la comunicación o la empatía, en un lenguaje accesible y sensible.
La presentación de Unforgettable Sunrise fue una evolución de ese camino. A través de seis movimientos, la sinfonía refleja transiciones emocionales, la intensidad sensorial y las percepciones internas de Jacob. Expresiones abruptas, contrastes dinámicos y pasajes de introspección ofrecieron una ventana a su mundo. “Los cambios de volumen o de ritmo reflejan estados de ánimo, frustraciones, momentos de calma o de caos”, explicó Botero. Para ella, la música permitió que el público viviera una pequeña parte de lo que puede sentirse en una mente neurodivergente. “Fue como abrir una puerta a ese universo interior que normalmente no se ve”.
La respuesta del público fue conmovedora. A pesar de la complejidad de la obra y su duración, los asistentes permanecieron atentos y conmovidos. “Esto nos permite ser más empáticos, entender sin juzgar. Salí profundamente conmovida”, comentó Claudia Aristizabal, una de las asistentes al concierto.
Para los músicos, el proceso de montaje también representó un aprendizaje. Durante los ensayos, fueron descubriendo el sentido emocional de la obra y la historia detrás de cada nota. “Al comienzo fue difícil. Pero luego entendieron que estaban interpretando algo que no solo era música, sino la voz de alguien”, relató Botero.
Más allá del resultado artístico, el concierto fue un paso hacia una cultura más inclusiva. Para Botero, crear estos espacios es parte de una misión personal: ayudar a construir una sociedad donde la diversidad sea reconocida, respetada y celebrada.
El evento también puso sobre la mesa una discusión necesaria sobre las normas y comportamientos en escenarios culturales. Botero considera que estos espacios deben flexibilizarse para incluir a públicos diversos. “No debería ser extraño que alguien aplauda entre movimientos o que exprese su emoción sin filtros. Nadie debería sentirse fuera de lugar”.
Botero reconoce que el proyecto le dejó aprendizajes profundos. “Siento la satisfacción de haber traído esta obra a Colombia, de haberle dado a Jacob la alegría de saber que su música fue escuchada al otro lado del mundo”.
La obra fue estrenada originalmente en septiembre de 2023 en el Alex Theatre de Glendale, California, por 54 estudiantes de la USC Thornton School of Music, bajo la dirección de Daniel Newman-Lessler. La versión presentada por la Orquesta Sinfónica de Caldas el pasado 2 de abril fue su debut en Latinoamérica.
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