Kintu Itarka: Un visionario del Inti Raymi y la reconexión con el origen

Texto por:  Andrés Felipe Rivera Motato

Fotos por: Alexander Ramirez

Forjado entre la crudeza de la guerra, el narcotráfico, la insurgencia y la búsqueda incansable de un propósito autentico para la humanidad, Gerardo losada – conocido en el contexto espiritual como Kintu Itarka – organizo una jornada cultural en torno a la celebración de los 5533 años que marca el calendario andino durante las Fiestas del Sol o Inti Raymi.  Su historia es un testimonio de resiliencia y una filosofía de vida radical, anclada en la familia, el campo y la autosostenibilidad, concebidos como el verdadero «retorno al origen».

Raíces en el conflicto y la sabiduría ancestral

La historia de Kintu Itarka comienza en plena zona de conflicto en la década de los ´80, en las profundidades de la selva del Caquetá, por el corregimiento de San Antonio de Getucha. Hijo de excombatientes del M-19, creció inmerso en un ambiente donde la guerra y el narcotráfico eran la norma, donde la base de coca aun es la moneda de cambio. Sus familiares inmersos igualmente entre cocales y ráfagas de fusil fueron victimas como todos los campesinos y nativos de la zona, a participar del negocio a merced de la supervivencia. La familia de Gerardo, aunque no era indígena, vivía y luchaba en el campo como cualquier integrante de la comunidad.

Después de firmarse la paz y recibir la Amnistía por el presidente Virgilio Barco, su padre un recién licenciado de ciencia sociales, quien fuera apresado, torturado y sometido por la fuerza pública antes de la amnistía, fue perseguido por el estado al igual que muchos de sus compañeros. Sufrió más de 8 atentados de los cuales salió ileso. Finalmente recibió ayuda como perseguido político por el Gobierno de Suiza donde finalmente toda la familia se estableció. El colegio, la cultura, la paz, hicieron que toda su familia sufrieran un choque cultural, pero también les brindo una perspectiva diferente de Colombia: “Tenemos el país mas privilegiado de todo el planeta… No hay otro país como Colombia”.  Esta vivencia temprana de la guerra, la persecución política y la injusticia, al ver a su padre, un cabecilla buscado, sobrevivir «de arepa» a ocho intentos de asesinato, marcó profundamente su visión. La «paz total» de la que habla hoy, la entiende desde la experiencia de quienes, como él, vivieron el conflicto en carne propia.

El transito entre la espiritualidad ancestral, el chamanismo y el neochamanismo

El camino de Kintu Itarka hacia la espiritualidad inicio con un sueño donde el planeta explotaba en mil pedazos y no se salvaba nadie. Todo el odio y la amargura terminaban, pero también toda la belleza y la esperanza. Su abuelo Aureliano fue quien dejo en la genética la brecha a transitar. Discípulo del Curaca Apolinar, fundador del caserío Yurayaco-Caqueta.

El camino de Kintu Itarka hacia el chamanismo fue una búsqueda de paz en medio de un entorno familiar marcado por la agresión y la violencia. Su búsqueda lo llevó de regreso a Florencia y posteriormente a Manizales, donde inició estudios de Ingeniería Química. En la ciudad encontró la Asociación Chamánica y Ecológica de Colombia, una comunidad con su finca principal en el Caquetá. Dejó la universidad y se unió a ellos, dedicándoles casi 15 años. 

Sin embargo, su estancia en la Asociación Chamánica lo confrontó con la realidad. Su líder, a quien «endiosaba», con el tiempo dejó ver algunas grietas en su imagen. Este hombre abusaba de su poder teniendo relaciones sexuales con menores de la comunidad. Después de que Gerardo iniciara su vida familiar fue contactado por exmiembros de la asociación quienes le advirtieron de la conducta del líder y del peligro que corría su hija. Tras un año de conflicto con la asociación, él y su esposa optaron por salir, lo que provocó un «choque muy brutal» y una serie de demandas en su contra.

Después de la experiencia Gerardo se dio cuenta de que «la derecha no sirve, la izquierda no sirve y los que dicen socialistas, cristianos, amorosos, pachamamistas, etcétera, etcétera, etcétera ¿Cuál es el futuro de nosotros como humanidad? Si todo está jodido, o sea, todo está corrompido».

La filosofía del sumak kausay y el retorno al origen

Para Kintu Itarka, la solución a los males de la sociedad se encuentra en el «buen vivir» y el «retorno al origen». Para él, la familia es el pilar fundamental de la sociedad. Critica a los jóvenes que no quieren tener hijos ni comprometerse, y a los «chamanes» que carecen de hogar y familia. Un hombre, según él, es quien protege, una persona que encarna la esencia que la madre tierra le entrega.

Su propia experiencia refuerza esta visión. Durante casi 10 años, junto a su esposa e hijos desarrollo proyecto de agricultura sostenible en Morrogacho donde cultivaban maíz, auyamas, frijoles, plátano, yuca, y criaban gallinas, patos, cabras, etc. Incluso construyeron un generador eléctrico de 1.2 KW con materiales reciclados para abastecer una casa.  «Si yo lo pude hacer, cualquier persona lo puede hacer. Es solamente cuestión de trabajar», afirma.

El inti Raymi: Un espacio para la “revolución consciente”

El Inti Raymi Fest, celebrado en la Rafael Pombo, es la materialización de la visión de Kintu Itarka. Este es un espacio para la «revolución consciente». Su objetivo es «crear una zona de convivencia, es crear una zona precisamente de resiliencia, de enseñar estos valores originarios de nuestras comunidades indígenas». 

Para Gerardo, la «paz total» solo será posible cuando cada individuo asuma la responsabilidad de «volver otra vez a la naturaleza y al campo», comprometiéndose con una filosofía de vida que priorice el trabajo, la autosostenibilidad y la construcción de valores desde el hogar. Como organizador y fundador del Inti Raymi Fest, que lleva cinco años desarrollándose, Kintu Itarka busca crear un festival de música independiente que no se politice a favor de ningún sector.

Kintu Itarka reconoce las dificultades de la autogestión, ya que no cuenta con apoyo económico de ningún sector, adicional que con el paso de los años los costos se han venido elevando, entre muchos otros tropiezos, a pesar de esto, considera que la continuidad del festival es un milagro, una manifestación de la fe y la energía puesta en él.

Un llamado a la identidad, la vida y la autoconciencia

nti Raymi, celebrado el 21 de junio (solsticio de invierno en el hemisferio sur), es una fiesta de agradecimiento al sol en la que culturas como la aimara y la inca agradecían la cosecha y la vida. Kintu Itarka enfatiza que, a diferencia de lo que sostienen algunos conquistadores y antropólogos sobre sacrificios humanos, la esencia de esta fiesta es la promoción de la vida.

El festival busca ser un espacio para «dejar esas ideas claras y no atacando sino enseñándole a la gente». Kintu Itarka invita a la recuperación de la identidad cultural. Propone que la filosofía ancestral de todas las culturas del mundo es la clave para un futuro mejor.

Este espacio ofreció talleres culturales, de artesanía, pintura, círculo de palabra y de fuego para transmitir estos conocimientos por parte de mayores de varias comunidades del eje cafetero, para fomentar el diálogo y la conexión con la propia conciencia.

Su mensaje es claro: la verdadera transformación viene de la autoconciencia y la voluntad de cada individuo para enfrentar sus miedos y construir una vida en armonía con la naturaleza y los valores ancestrales. La paz, para él, «es para todos», sin importar las diferencias de pensamiento.

Gerardo Losada, (kintu itarka), profesa que la verdadera revolución no está en las ideologías y movimientos que se quedan solo en la especulación, sino en el retorno a la esencia de la humanidad, en el respeto por la tierra, por la familia y por el trabajo honesto. Su voz, sin filtros ni adornos, es un eco que se siente desde la selva amazónica y su sabiduría de herencia ancestral resuena en la modernidad de Manizales para invitar a la reflexión sobre nuestro futuro como humanidad.

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