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Kumanday Reggae Festival: Una fiesta roja, amarilla y verde.

Las montañas de Manizales fueron testigas de la primera versión del Kumanday Reggae Festival, un parche relajado que se tomó la ciudad del 20 al 22 de octubre con talleres de emprendimiento musical, rodadas, reggae y fiesta.

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Santiago Cardona Castaño, mejor conocido como ‘Shikiman’, y Juan Felipe Vélez, fueron las mentes que dieron vida a esta combinación de reggae, rap, bicis y naturaleza.

“Primero fuimos amigos y seguidores de este movimiento y cultura del reggae, soñamos para nosotros y para compartir con otras personas que solo por el desconocimiento no se acercan a estos espacios”.

Cuenta Shikiman aún con energía después del sábado de cierre, o como él lo llama, “el día más psicótico del festival”.

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La fiesta roja, amarilla y verde comenzó el jueves con la feria cultural y empresarial alternativa que tuvo lugar en el Deck cultural de la Universidad Católica. Los stands de Mystic Lion, Duquesa Manizales, Never Die, Cedro Negro, entre otros, se adentraron en las notas del reggae brindadas por La Pata Records y Fuego en el Aire.

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El viernes el festival decidió tomarse las calles de la ciudad con una rodada en la que ciclistas, skaters y rollers trazaron el trayecto del reggae desde la tienda de bicicletas Binci hasta El Cable por la Avenida Santander como cuota de recreación. Shikiman y Juan Felipe se basaron en eventos como el Rototom que se realiza en Bogotá en el mes del reggae (mayo), y el Black Sound Reggae Camping. En estos espacios priman la unión y la inclusión, valores que caracterizan la hermandad de este género musical que se promueve en las actividades que se realizan.

Sábado psicótico

Con una programación de 9 de la mañana del sábado a 2:30 de la madrugada del domingo, el día de cierre el festival de reggae trasnochó a Manizales.

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-¿Me regala esos zapatos? -me pregunta Diana, habitante de San José, mientras observa los tenis en los que crecen unas plantas, del logo de la Fundación Comunativa Huertas Urbanas, colectivo que apoyó el festival en la charla-taller de gestión independiente musical liderada por el grupo Fuego en el Aire.

Señala una de las fotografías del barrio expuestas en el domo hecho en guadua de la Fundación y me indica que cerca a las escalas de este vive su madre. A unos metros se encuentra la agrupación Fuego en el Aire, preparan sus instrumentos para tocar, los niños del barrio se saben la canción que presentarán y sin esperar al grupo la empiezan a cantar efusivos. La hiperactividad de los niños inspira a artistas como DGO que improvisa con niñas y niños que corren, ruedan en el piso y se familiarizan con la batería y la percusión.

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Las manos de grandes y pequeños suben, bajan y aplauden cuando cantan “Sh-como-té-sh-como-té”. Bomba Kamará se sube a la tarima entre plantas y cultivo de hachís, los niños tararean las canciones y el reggae retumba entre las guaduas. Pasadas las dos de la tarde, los raperos de Urban Rap Reggae Chinchiná, Samir Laverde y NK Parra cierran el concierto, que llevó el reggae a distintos sectores de la ciudad, improvisando frente a la Avenida Colón.

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Desde Bogotá y después de finalizar una gira por México, a las 5 de la tarde llegan a Manizales Junior Sambo y Kilombo para prender la fiesta de cierre del festival. Mediterráneo Bar se prepara para recibir a cientos de personas listas para mover los esqueletos al ritmo de Full Fresh, Ella Sabe y Legalized, canciones reconocidas de ambos artistas. Pero antes, la fiesta inicia con las mezclas de DJ JEVAS, los asistentes se sacuden el frío al ritmo de Gondwana y cerveza, y Shikiman comienza su show, deslumbró con sus temas Policeman y Respira. Ya con las mejillas de las personas coloradas, la rumba llega a su máximo esplendor cuando Junior Sambo y Kilombo se suben con todo y sus rastas a la tarima para hacer despegar la fiesta hasta un nivel insuperable, ¡Fuego- fyah!, gritamos todxs.

El balance del Kumanday Reggae Fest

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Con el Kumanday hay distintas luchas que todavía están pendientes: introducir la cultura del reggae, propiciar que el público entienda que la música con pista también es música, puesto que los instrumentales también deben producirse y componerse, y concientizar para que el público pague, ya que es de lo que viven los músicos y en varias ocasiones las personas se quejan por aportar con dinero al cover de los conciertos.

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Shikiman y Juan Felipe concuerdan que más que asistencia, lo más positivo de esta versión del festival fue el impacto local y nacional. Resopla Shikiman:

“No toda la gente que supo del festival vino, pero sí supo que hubo un festival de reggae, y ese es el primer paso, fue con todo el amor para la gente, pero ahora sí se debe pensar en una asistencia masiva”.

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