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Nos quedan las palabras: Manizales recuerda a Gabo

El 4° Festival de literatura Nos Queda la Palabra, se celebró en homenaje a los 50 años de la publicación de Cien Años de Soledad. Hablamos con Rodrigo Estrada, quién dictó el taller: Cartografía de Cien Años de Soledad.

Fotografías por Lania Lex 

Ilustración por Sebastián Serna Muñoz

El Escondite es más que una compañía teatral. Desde hace cuatro años organiza el festival Nos Queda la Palabra, este año se celebró la cuarta versión en homenaje a los 50 años de la publicación de Cien Años de Soledad. Contó con 14 escritores de Manizales, Pereira, Palmira, Bogotá, Aracataca y España, en esta versión se habló de García Márquez y, se dijo lo de siempre sobre su obra, pero también, se analizaron temas diferentes, como el erotismo y el incesto en el libro del Nobel colombiano.

Rodrigo Estrada nació en Palmira, ha escrito dos libros de relatos fantásticos, El Mundo en el 2014 y Episodios Sobrenaturales, ambos publicados bajo el sello Biblioteca el Sol. Ha trabajado como voluntario para oenegés que prestan servicios sociales a desplazados, habitantes de calle y madres comunitarias. Su vida, gira alrededor de las letras y la danza contemporánea, pertenece desde hace 11 años a la compañía Danza en Común y durante los tres días del festival literario, orientó el taller la Cartografía de Cien Años de Soledad y presentó su segundo libro, Episodios Sobrenaturales. Conversamos con él.

¿Es posible hacer un mapa de Macondo?

Si, es posible, sabemos que no hay una representación física y fiel de Macondo, pero el libro tiene pasajes que forman el lugar que imaginó Gabo, por ejemplo “Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos” eso ya nos permite una representación especial.

¿El taller en qué consiste?

En ubicar en una cartelera las referencias geográficas que hace Gabo, así se construye Macondo, casa por casa, sus fronteras y su aspecto, el trabajo es bonito, primero porque le permite a las personas hacer realidad espacios imaginados, y a las  personas que no han leído Cien Años de Soledad les permite un acercamiento a esas  historias que son anécdotas, cuando apenas iniciaba con el taller, lo hice con madres comunitarias en Barranquilla y fue bonita la conexión, se sintieron identificadas.

¿Episodios Sobrenaturales se nutre de su relación con la obra de García Márquez?

Si, aunque no solo de Gabo. Yo considero que inicié algo tarde en la escritura y en la lectura, al menos comparándome con grandes figuras de la literatura que desde pequeños devoraban clásicos, yo inicié leyendo los libros de mi primo, cuando tenía 16 años, imaginaba que todos los grandes escritores pertenecían a una cofradía y que yo hacía parte de esa sociedad, después me trasladé a Bogotá a estudiar Derecho, no continué en la carrera, jugué fútbol en tercera división, ingresé a estudiar Filología y me conecté con la danza, pero paralelo a esto, leía. Lo que he leído y vivido nutre mi obra.

¿Escribir, danzar y jugar futbol no son cosas muy diferentes?

Para nada, el fútbol no es más que una danza, es una estrategia, odio en lo que se convirtió, un derroche de millones y un espectáculo, pero grandes escritores han jugado fútbol o han escrito  sobre él.

¿Qué es Episodios Sobrenaturales?

Es mi segundo libro de relatos fantásticos, este reúne seis relatos que pueden inscribirse la literatura fantástica. En estos cuentos, la vaga realidad tiende a deshacerse y los mundos imposibles, con sus fantasmas, con sus demonios, con sus inesperados paisajes, brotan como una fuga de sueños.

 

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